29.6.25

El tren


      

Querido niño de cinco a noventa años. Soy el Rey Melchor (papá, mamá, hermano, hijo, suegro, cuñado, etc) y te ha dejado como regalo un tren, pero no cualquier tren, sino un tren eléctrico.

Es posible que no te acuerdes de esta carta preparada y escrita para el mes de enero y posiblemente la hayas recuperado entre un montón de papeles, cuando has estado rebuscando documentos al preparar la declaración de la renta.

Cuando eras más pequeño también tuviste tu tren, pero era de hojalata y había que darle cuerda con una llave en forma de mariposa para que se pudiese en marcha y la cuerda duraba tan poco...

El de ahora es distinto, funciona de verdad, todo seguido y todo el tiempo que quieras. Siempre ha sido tu juguete secreto, tu juguete favorito, tu juguete también inalcanzable en aquellos años en que el vivir o incluso ell supervivir ya era bastante.

Aquello era tan bonito que te hacía estar pegado al cristal del escaparate de esa tienda donde se mostraban los vagones y las máquinas con toda una gama de colores y, además, se movían.

Ya sé que han pasado algunos años y ese íntimo deseo hoy se ha cumplido, para que lo disfrutes, aunque ahora lo tienes que montar y tus manos están ya un poco perezosas y unir vía a vía resulta algo más difícil y tu paciencia a veces se agota sin darte cuenta de ello. Ese viaje circular u ovalado con destino a tu felicidad, con curvas, desvíos, semáforos, túneles, estaciones, farolas, te está esperando y solo tienes que darle un empujecito para que tengas un día maravilloso.


Tienes, además, que decidir donde lo pones y la elección no es fácil; si lo pones en el suelo, es difícil agacharse y no digamos volverse a poner en pie y además alguien lo puede pisar sin querer y todo se puede perder.

Otra opción, ponerlo en la mesa del comedor, pero alguien va a salir enseguida diciéndote: "eso en un estorbo" donde se va poner la comida", "a quien se le ocurre"...

Planea bien su colocación, porque montarlo y desmontarlo cada vez es una lata y además, un día en que estés muy cansado puede llegar la terrorífica frase. "Lo montaré mañana"y ese mañana se perpetuará hasta que algún nieto observe el abuelo compungido y con el corazón encogido y te obligue a montarlo y a darle vida de nuevo.

Por favor, es TU JUGUETE, no lo olvides, disfruta con él, encaríñate con él y conviértete, aunque sea por un rato, en jefe de estación, maquinista, pasajero o revisor, todo en una sola persona al mismo tiempo: tú.

Además, no olvides, que tus amigos están esperando como agua de mayo que completes tu tren, para ir todos juntos a jugar con él, porque ellos también siguen teniendo, en el fondo de su corazón, el sueño de ese tren que no llegó nunca.

Tu siempre Melchor

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La aventura de los juguetes


Sobre el autor del cuento:
RAFAEL RESINES LLORENTE es médico pediatra, ya jubilado, vallisoletano y afincado en El Puerto de Santa María desde hace 17 años. Sus 40 años de ejercicio profesional en Vitoria-Gasteiz en el campo de pediatría, han forjado un curriculum extenso e intenso. Por otra parte ha tenido una gran actividad docente en centros de formación diversos, entre otros la Escuela de Asistentes Sociales, Escuela de Enfermería del Colegio Universitario de Álava. Ha sido profesor en numerosos cursos programados por Colegio de Médicos de Álava, la Sociedad Vasco-Navarra de Pediatría e instituciones médicas. Miembro de Comités, Consejos e instituciones de la Comunidad Autónoma vasca en el entorno de Ciencias de la Salud y su especialidad la pediatría. Desde su jubilación en 2007 y habiendo trasladado su residencia a El Puerto de Santa María no ha cesado en su actividad en los temas de salud siendo divulgador de temas médicos en Radio Puerto desde hace 10 años y el Onda Cádiz entre 2014 y 2016. Secretario de la Junta Local de la Asociación Española Contra el Cáncer en el Puerto de Santa María desde 2007 y Presidente entre 2009 y 2013.

1 comentario:

Laurentina dijo...

Qué bonito es el relato! Y se ha hecho pasar por el bisnieto… muy buena idea.

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