11.8.24

Franz Joseph Haydn (1732-1809) y su obra: La Creación, cuyo texto procede del Génesis,



Haydn fue, durante el siglo XVIII, el compositor más exitoso, más celebrado y más querido en Europa. Sentó las bases para el perfeccionamiento de la sinfonía, el cuarteto de cuerdas y la sonata para piano.

A los ocho años entró en el coro de la catedral de san Esteban, en Viena, donde su maestro, Georg Reutter, descubrió su portentosa voz y, aunque no recibió una buena instrucción musical, estudió la teoría e interpretación del piano por sí solo. Pronto tuvo la suerte de conocer al compositor y profesor de canto, Niccolò Porpora, quien lo admitió como alumno y acompañante en sus lecciones de canto. Además de composición le enseñaba italiano y le educaba la voz.
En 1755, obtuvo su primer puesto independiente como miembro del conjunto de cámara del príncipe Fürnberg, cuatro años más tarde, ya en 1760, cambió el rumbo de su vida al ser nombrado maestro de capilla de Eisentadt, por el príncipe Antón von Esterházi, el más noble, distinguido y rico de la nobleza húngara, a la vez que un apasionado amante de la música.
Aunque gozaba de libertad artística, su posición de servidor y dependiente del príncipe no le permitía la libertad social a la que él aspiraba, pero, en cambio, le valió para componer una fructífera obra: cinco misas, cuarenta cuartetos de cuerda, ciento veinticinco tríos para viola de gamba. En 1790, después de la muerte del príncipe, quedó libre y se trasladó a Viena donde, al fin, pudo reunirse con sus admirados colegas y amigos, especialmente con Mozart, al que le unía una estrecha amistad desde hacía años. Dos meses después emprendió su primer viaje a Inglaterra, invitado por el empresario Salomon, para interpretar sus nuevas sinfonías. En Londres compuso las sinfonías Sorpresa, Redoble de timbal y, por supuesto, la sinfonía Londres.

   La separación de la Luz y las Tinieblas.(1511) Miguel-Ángel. Capilla Sixtina, Vaticano
Durante su estancia en Londres, Haydn escucho los oratorios de Händel, lo impresionaron tan hondamente que al volver a Viena empezó a componer uno. El resultado fue una de las obras más apreciadas de Haydn: La Creación, cuyo texto procede del Génesis, de los salmos y, curiosamente, del Paraíso perdido de John Milton.
En La Creación, Haydn describe de forma programática pasajes del Génesis, como la caída del hombre, con efectos como flautas pastorales y representaciones musicales de los animales, desde el león hasta el gusano. La representación del texto "hágase la luz", donde se desatan todas las fuerzas orquestales de la forma más estruendosa posible, se hizo famosa de inmediato. El efecto dramático que tuvo en su estreno, en el palacio de Carlos Felipe de Schwarzenberg en Viena, la noche del 30 de abril de 1798, fue descrito por un colega suyo con estas palabras: En el momento que nace la luz, se podría haber pensado que los rayos brotaban de los mismos ojos ardientes del compositor. El aplauso del extasiado público vienés fue tan rotundo, que la orquesta no pudo continuar hasta pasados unos minutos.

Haydn contaba que, mientras componía La Creación, cuando la inspiración le fallaba, se detenía, se arrodillaba, rezaba y el Todopoderoso le enviaba la solución más adecuada para seguir escribiendo la partitura.

Lo que más destaca de este oratorio es la descripción musical, casi ingenua, de los distintos momentos del surgimiento de la vida. Sabemos que su valor es alegórico, nada más. Y, por otra parte, escuchando el diálogo entre voces e instrumentos, ¿qué importancia tiene la verdad científica frente a la belleza? ¿No es acaso la belleza el resultado de una ciencia inefable? En vísperas de una previsible carrera sin fin, habría que rebautizar el espacio con el nombre de las grandes piezas musicales que la humanidad ha producido en forma de triunfo de la especie. La confianza es un dios humano que hace maravillas.

Haydn creó la forma clásica del cuarteto de cuerda con dos violines, una viola y un violonchelo. También instituyó la estructura tradicional de cuatro movimientos y le dio un nuevo protagonismo a la forma. Sus más de ochenta cuartetos plenos de equilibrio, intimidad y diálogo entre los instrumentos, se convirtieron en el modelo a seguir durante siglos.

Haydn ostenta, con todo derecho, el título de “Padre de la Sinfonía”. La sinfonía clásica está representada, principalmente, por las últimas composiciones de Haydn. La suprema importancia de Haydn en la historia de la música, y de la sinfonía, se debe a tres razones principales:
- 1ª.- Introdujo un nuevo material temático al reemplazar el habitual, lleno e hinchado de acentos teatrales, por melodías frescas, sencillas y naturales basadas en la música popular.
- 2ª.- En el allegro de la forma sonata dio la máxima importancia a la sección central.
- 3ª.- Al hacer del minué un tiempo obligatorio estableció la sinfonía en cuatro movimientos.

Haydn usó siempre la forma sonata en el primer movimiento y, con frecuencia, en el último; por otra parte, el último tiempo suele ser un rondó-sonata, pero nunca el minué o giga de sus predecesores. También en el tiempo lento introdujo las variaciones – una novedad en la sinfonía - mientras que el minué se convertía, cada vez más, en una composición vigorosa y humorística sin perder su forma de danza.

Dúo de 'Adán y Eva' del oratorio "La Creación (1798, del austríaco Haydn) en la versión referencial de Karajan. 

El oboe, la orquesta, el 'tempo', las voces de los solistas y, posteriormente, el coro, combinan espectacularmente en esta versión para conseguir en el oyente un resultado abiertamente intimista si se cuenta con el ambiente y el medio reproductor adecuados. Las imágenes sólo pretenden acompañar la audición.

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Gonzalo Díaz-Arbolí

1 comentario:

Julio R. de la Rúa dijo...

Te felicito Gonzalo.
Esta entrada sobre Haydn, nos brinda la oportunidad de adentrarnos en su Oratorio "La Creación".
Para los historiadores de la música, Haydn, Mozart y Beethoven forman parte de la 1ª Escuela Musical de Viena y de ellos dicen que son "la trinidad" de la música clásica occidental.
Esta entrada-blog nos permite entender y disfrutar la obra, con una dirección e interpretación impecables de la orquesta de Holanda y de los solistas vocales, tenor con rasgos de contratenor, barítono con rasgos de bajo y soprano...
Es un placer tomarse el tiempo, para ver y escuchar el último vídeo, que muestra la gran expresividad de tan prolífico compositor y la mímesis del arte musical, con capacidad para imitar todo lo que rodea a la naturaleza humana.
Muchas gracias.

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