Biografía:
Nacido en Cádiz en 1875 en el seno de una familia de músicos, desde
temprana edad, mostró una afinidad innata por el arte de la música. Sus padres,
Pedro Díaz Andrades y Ana Jiménez Cabrera, reconocieron su talento y lo
alentaron a seguir su vocación.
Estudió en Barcelona donde obtiene el título de Director de Orquesta y
composición, dirigió orquestas de zarzuelas y como compositor escribió varias
obras para Corales y Banda. Sabemos que la composición musical es un arte
complicado, es una manifestación íntima que pretende transmitir al público el
sonido en todos sus caracteres: la armonía, el ritmo, la estructuración formal,
la tímbrica u orquestación.
Residente en Vejer desde su juventud, dedicó su vida a la música llevado de una gran vocación. Fue funcionario del Ayuntamiento de Vejer, gracias a su inteligencia, su grado de conocimiento musical y su personalidad. Como funcionario Municipal fue profesor de música en todos los colegios públicos y como sochantre creó y dirigió el coro que actuaba en los oficios divinos de la parroquia del Divino Salvador, pero su verdadero hito fue la creación de la Banda de Música al formarla con un grupo de vejeriegos entusiastas, que de forma altruista ofrecieron su tiempo a los ensayos y actuaciones públicas. Fue así como nació la Banda de Música Municipal de Vejer. Que con su mano experta dirigió y la convirtió en un símbolo de orgullo y unidad para la comunidad actuando en festivales, celebraciones y eventos cívicos en todo el pueblo.
Sin embargo, el destino le tenía reservado la seducción del amor, Josefa Muñoz Benítez, nacida el 10 de enero de 1874, -hija de Luis Muñoz Hernández y Eloísa Benítez Manzorro. Su matrimonio se celebró en 1903, fue el fundamento sobre el cual construyó su vida y fue en Vejer donde encontró su hogar. Renunció a la plaza de organista de la Catedral de Cádiz.
Eloísa Benítez Manzorro |
Dedicó su vida a enriquecer la vida cultural y social de Vejer donde dejó
una marca indeleble.
En 1932 cuando la ciudad contaba con 16500 habitantes, fue nombrado, por su sensatez, prudencia y capacidades, Fiscal del Juzgado Municipal.
Aparte de un eximio organista fue un magnífico pianista, de fina sensibilidad y
brillante ejecución, dedicando sus tardes libres a dar clase de solfeo y piano.
Fue organista de la parroquia del Divino Salvador, y dirigió su coral durante
muchos años; causa deleite recordar su participación en la celebración de la
novena a la Virgen de la Oliva durante el mes de agosto, acompañado del tenor
sevillano, señor Villalba, y del barítono gaditano, señor Jiménez, que llenaban
los espacios sagrados de nuestra iglesia de una música y unos cantos que
enriquecían la solemnidad de la liturgia, elevando los corazones de los fieles
creando un puente entre lo terrenal y lo divino.
Pero la historia de Vejer no estaría completa sin mencionar la contribución de los: "Los Gremios Unidos":
No hay gobierno sin leyes y, por tal razón, los pueblos se han dotado de
ordenanzas tanto para ellos mismos como para los gremios. Una ordenanza es, en
el ámbito municipal, la plasmación de su derecho administrativo. En los
gremios, fundamento de su organización. En ambos casos debían ser aprobadas por
el Consejo Real. Su nacimiento tuvo lugar en plena Edad Media y llegó hasta el
siglo XIX. Todas reflejan la actividad económica predominante en la región,
proporcionando un marco para la cooperación y la solidaridad entre los diversos
oficios y profesiones.
Año de 1876, Vejer de la Frontera: Don Juan Rodríguez Manzano individuo del
Ayuntamiento de Veger de la Frontera con la misma villa sobre aprovación de las
ordenanzas que ha arreglado la villa para su régimen y gobierno. Los vecinos
pretendían proteger sus pastos y mieses frente otros ganados de fuera. El
Fiscal se opuso a su aprobación por no haber intervenido en su redacción ni
labradores ni ganaderos.
AHN, Cons. Leg.31.299
La Banda de Música en 1917
Breve historia de la Banda de Música:
La historia de la Banda de Música en la primera mitad del siglo XX está
marcada por los altibajos de la política y la sociedad. En 1917, la banda se
disolvió en un acto de solidaridad con su director, que fue expulsado de su
cargo debido a sus opiniones políticas, por apoyar al que a la postre sería el
perdedor de las elecciones, el conservador Marqués de Tamarón.
El Golpe de Estado del General Primo de Rivera en 1923 hace que la Banda de
Música vuelva a reunirse y que el Sr. Díaz Jiménez, como el ave fénix que
renace de las cenizas, vuelva a dirigir la llamada ahora Banda de los
Zapateros, en honor a los industriales y artesanos del pueblo, con sede en el
Castillo.
De 1930 hasta 1936 cambian a llamarse “Gremios Unidos” y se trasladan a a
un local propio en la calle Sancho IV el Bravo, la cual será disuelta por el
Régimen de Franco.
A partir de esa fecha se inicia un vacío en la Banda Municipal de Música
hasta que, a finales de la década de 1940, D. Manuel Sánchez Moreno (alias
Palomita) la recompone, ahora con el nombre de “Los Músicos”.
Traigo a la memoria mis vivencias de la niñez y juventud en Vejer:
Recuerdo en los años 40 y 50 ver y escuchar ensayar en el patio del Castillo, entrando a la derecha, una vez pasada la puerta en arco de herradura emblema del estilo arquitectónico morisco durante la dominación musulmana. Sé que, incluso a finales de los años 60, quedaron en aquel espacio algunos instrumentos abandonados de la banda.
También recuerdo asistir a la escuela pública instalada en el patio del
Castillo y el nombre de mi maestro, Don Juan Caballeiro que, al pasar lista no
decía los nombres de los alumnos sino el número que nos había asignado, yo era
el número 41.
Me cuenta el historiador y actual presidente de la Real Sociedad Económica
de Amigos del País de Vejer, don Antonio Muñoz Rodríguez que, su abuelo fue
fundador y presidente de los Gremios Unidos en aquellos años y que, tenían su
sede precisamente en el edificio que ocupó la Oficina Municipal de Recaudación
y Arbitrios, instalado entonces en la parte superior de la terraza alta del Bar
Trafalgar; la recuerdo muy bien, pues trabajé allí durante el año 1960,
con D. Antonio Tirado que compatilizaba su empleo con la de
Administrador de Transportes Comes. Muchos lo recordarán en la oficina que
ocupaba junto a la cafetería del hotel Convento de San Francisco y antes al
principio de la Corredera.
Lugar que ocupaba la Oficina Municipal de Recaudación y Arbitrios |
Recuerdo cuando, como una cantinela recurrente decía: Tengo que morir antes
que Pepita, de lo contrario no lo podría soportar. Era tanto su amor, tanta su
veneración que, gracias a Dios, sus plegarias fueron escuchadas, murió en Vejer
a los 77 años y meses más tarde moría mi abuela.
Creo que Vejer debe reconocer al profesor, José Díaz Jiménez el enorme
mérito de inculcar en los vejeriegos la afición y el amor por la buena música y
su abnegado esfuerzo y trabajo en beneficio de ellos que, ha demostrado fue un
valioso legado que perdura como guía para las generaciones venideras. Su
compromiso con la música y la cultura sigue vivo, recordándonos el poder
transformador del arte y la importancia de preservar y honrar nuestras raíces y
tradiciones.
En aquellos años Vejer era envidiado por los pueblos cercanos por su gusto
musical.
Actualmente la Delegación Municipal de Cultura organiza muchos y diversos
espectáculos musicales, además de otras entidades como, La Sociedad Económica
de Amigos del País de Vejer, La Peña Flamenca... todo ello como consecuencia de
la herencia sembrada por el profesor titular de música D. José Díaz Jiménez.
La historia de un hombre es un largo rodeo alrededor de su pueblo.
“La verdadera patria del hombre es la infancia…” escribió Rilke: Vejer es y será mi
infancia y mi orgullo convencido de saberme nacido en un lugar único, en ella
me reconozco e invoco a mis padres a quienes debo el vínculo de amor con esta
tierra, por sus campos y sus paisajes en los que he tenido la suerte de nacer a
la vida. La palabra "Vejer" es sagrada, como sagradas son la tierra y
la memoria.
"Hay ciudades que parecen hechas de sentimiento, de poesía, de
nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se
adentra en ti y se funde a tu vida en un instante." Esta frase del
poeta, Ricardo Molina, describe perfectamente mis sentimientos hacia mi pueblo:
la calle José Castrillón donde nací y viví hasta los 22 años, los juegos
infantiles, el olor del jazmín que mi madre regaba en el balcón de la casa, mis primeros amores, aquellos rincones queridos de mi intimidad y, vuelvo a la mágica
fantasía donde el corazón ha cimentado el artilugio emocionado de la evocación,
a los espacios donde la nostalgia me ha devuelto.
Vejer, la misteriosa, donde existieron romanos, cristianos, moros y judíos,
que pasearon añorantes por sus calles encaladas, y que invocaron con igual
fidelidad el nombre de Beka, Besaro, Baesippo, Bekkeh, Vejer de la miel y Vejer de la
Frontera, todos ellos erigieron el blanco caserío que hoy poseemos, y todos
fueron artífices de su crecimiento y progreso.
Yo vuelvo a Vejer para saber de dónde vengo y para recordar por donde debo
ir. Acaricio con mis manos la insinuante piel de la cal de sus paredes, mil
veces blanqueadas con ondulaciones que alcanzan reflejos brillantes como la
nieve; no me habría sorprendido ver brotar de ellas, las azuladas y sencillas
flores amarillas de la retama.
Pero alejarse no es olvidar. Los pueblos no son las piedras de sus
edificios ni sus calles, son las personas que la habitaron y las que allí
siguen viviendo.
Mis padres nos enseñaron a amar a este pueblo: conservo celosamente la nota
que, en el programa de la Velada en honor de la Virgen de la Oliva de 1966
escribió mi padre: Gonzalo, háblale a los niños de la Virgen de la
Oliva y que cuando sean mayores la tengan siempre presente en sus oraciones.
Muchísimos besos para todos de vuestros padres y abuelos.
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