9.8.24

Personajes de Vejer de la Frontera: José Díaz Jiménez. Para el Boletín de la RSEAPV



Recordamos a personas que nos precedieron en el camino de la vida y que por su trayectoria forman parte importante de la historia de Vejer, al que dieron lo mejor que tenían. Reconocer este hecho es, en última instancia, un acto de respeto hacia nuestra historia y hacia generaciones que trabajaron para forjar el mundo que hoy habitamos. 
El tiempo pasa inexorablemente, pero los antiguos recuerdos quedan como añoranza. Me refiero a mi abuelo, José Díaz Jiménez, cuya vida y legado están entrelazados con la rica historia cultural de nuestro pueblo.


Biografía:
Nacido en Cádiz en 1875 en el seno de una familia de músicos, desde temprana edad mostró una afinidad innata por el arte de la música. Sus padres, Pedro Díaz Andrades y Ana Jiménez Cabrera, reconocieron su talento y lo alentaron a seguir su vocación.

La teoría de las inteligencias múltiples fue ideada por el psicólogo, investigador y profesor de Harvard, Howard Gardner. En ella afirma que la inteligencia no es un elemento único sino un conjunto de diferentes capacidades específicas. De las ocho que enumeró, una de ellas es la musical y José Díaz Jiménez la poseía.

Estudió en Barcelona donde obtiene el título de Director de Orquesta y composición, dirigió orquestas de zarzuelas y como compositor escribió varias obras para Corales y Banda. Sabemos que la composición musical es un arte complicado, es una manifestación íntima que pretende transmitir al público el sonido en todos sus caracteres: la armonía, el ritmo, la estructuración formal, la tímbrica u orquestación.

Residente en Vejer desde su juventud, dedicó su vida a la música llevado de una gran vocación. Fue funcionario del Ayuntamiento de Vejer, gracias a su inteligencia, su grado de conocimiento musical y su personalidad. Como funcionario Municipal fue profesor de música en todos los colegios públicos y como sochantre creó y dirigió el coro que actuaba en los oficios divinos de la parroquia del Divino Salvador, pero su verdadero hito fue la creación de la Banda de Música al formarla con un grupo de vejeriegos entusiastas, que de forma altruista ofrecieron su tiempo a los ensayos y actuaciones públicas. Fue así como nació la Banda de Música Municipal de Vejer. Que con su mano experta dirigió y la convirtió en un símbolo de orgullo y unidad para la comunidad actuando en festivales, celebraciones y eventos cívicos en todo el pueblo.


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Familia Díaz Muñoz año 1915

Sin embargo, el destino le tenía reservado la seducción del amor, conoció a Josefa Muñoz Benítez, nacida el 10 de enero de 1874, hija de Luis Muñoz Hernández y Eloísa Benítez Manzorro. Su matrimonio se celebró en 1903, fue el fundamento sobre el cual construyó su vida y fue en Vejer donde encontró su hogar; renunciando a la plaza de organista de la Catedral de Cádiz.


Eloísa Benítez Manzorro

Dos años más tarde nació mi padre al que pusieron el nombre de José Teodoro María de la Oliva del Salvador. -El nombre no podía ser más vejeriego, para los que no recuerden son los patrones de Vejer, Virgen de la Oliva y Divino Salvador- y 10 años más tarde nació su hija Ana. Juntos criaron a sus dos hijos transmitiéndoles el legado de sus antepasados y la rica herencia de la música: Mi padre, José Díaz Muñoz fue un notable pianista y mi tía Ana tocaba muy bien el violín.
Dedicó su vida a enriquecer la vida cultural y social de Vejer donde dejó una marca indeleble.

En 1932 cuando la ciudad contaba con 16500 habitantes, fue nombrado, por su sensatez, prudencia y capacidades, Fiscal del Juzgado Municipal.

Aparte de un relevante organista fue un magnífico pianista, de fina sensibilidad y brillante ejecución, dedicando sus tardes libres a dar clase de solfeo y piano. Fue organista de la parroquia del Divino Salvador, y dirigió su coral durante muchos años. 
Recuerdo el ancestral “Canto de La Sentencia” de Jesucristo, el Jueves Santo dentro de la Parroquia, un caso único que se vive en Vejer en Semana Santa. Alguna vez en la voz de Pepita Díaz Arbolí, o de Lola Tamayo Ramón, las dos eran miembro de la Coral de la Parroquia.

Causa deleite rememorar su participación en la celebración de la novena a la Virgen de la Oliva durante el mes de agosto, acompañado del tenor sevillano, señor Villalba, y del barítono gaditano, señor Jiménez, que llenaban los espacios sagrados de nuestra iglesia de una música y unos cantos que enriquecían la solemnidad de la liturgia, elevando los corazones de los fieles creando un puente entre lo terrenal y lo divino.


La Banda de Música en 1917


Breve historia de la Banda de Música:

La historia de la Banda de Música en la primera mitad del siglo XX está marcada por los altibajos de la política y la sociedad. En 1917, la banda se disolvió en un acto de solidaridad con su director, que fue expulsado de su cargo debido a sus opiniones políticas, por apoyar al que a la postre sería el perdedor de las elecciones, el conservador Marqués de Tamarón.
El Golpe de Estado del General Primo de Rivera en 1923 hace que la Banda de Música vuelva a reunirse y que el Sr. Díaz Jiménez, como el ave fénix que renace de las cenizas, vuelva a dirigir la llamada ahora Banda de los Zapateros, en honor a los industriales y artesanos del pueblo, con sede en el Castillo.
Desde 1930 hasta 1936 cambian a llamarse “Gremios Unidos” y se trasladan a un local propio en la calle Sancho IV el Bravo, la cual sería disuelta por el Régimen de Franco.

A partir de esa fecha se inicia un vacío en la Banda Municipal de Música hasta que, a finales de la década de 1940, D. Manuel Sánchez Moreno (alias Palomita) la recompone, ahora con el nombre de “Los Músicos”.

A veces aparecen los recuerdos como envueltos en una neblina y no consigues que se despeje del todo, otras permanecen con fuerza en la memoria, como estos que cuento aquí.
Evoco en los años 40 y 50 ver y escuchar ensayar en el patio del Castillo, entrando a la derecha, una vez pasada la puerta en arco de herradura emblema del estilo arquitectónico morisco durante la dominación musulmana. Sé que, incluso a finales de los años 60, quedaron en aquel espacio algunos instrumentos abandonados de la banda.

También recuerdo asistir a la escuela pública instalada en el patio del Castillo y el nombre de mi maestro, Don Juan Carballeiro que, al pasar lista no decía los nombres de los alumnos sino el número que nos había asignado, yo era el número 41.



Me acuerdo de, cuando como una cantinela recurrente decía: Tengo que morir antes que Pepita, de lo contrario no lo podría soportar. Era tanto su amor, tanta su veneración por ella que, gracias a Dios, sus plegarias fueron escuchadas, falleció el 2 de febrero de 1954 dejando en Vejer un vacío inmenso, tenía 77 años; meses más tarde moría su amada Pepita, 


Conclusión:

Creo que Vejer debe reconocer al profesor, José Díaz Jiménez el enorme mérito de inculcar en los vejeriegos la afición y el amor por la buena música y su abnegado esfuerzo y trabajo en beneficio de ellos que, ha demostrado fue un valioso legado que perdura como guía para las generaciones venideras. Su compromiso con la música y la cultura sigue vivo, recordándonos el poder transformador del arte y la importancia de preservar y honrar nuestras raíces y tradiciones. 
En aquellos años Vejer era envidiado por los pueblos cercanos por su gusto musical.
Actualmente la Delegación Municipal de Cultura organiza muchos y diversos espectáculos musicales, además de otras entidades como, La Sociedad Económica de Amigos del País de Vejer, La Peña Flamenca y las notables actuaciones de la "Agrupación Musical Virgen de la Oliva",   todo ello como consecuencia de la herencia sembrada por el profesor titular de música D. José Díaz Jiménez. 
A veces siento envidia por la semejanza de la historia, con la Banda Municipal de la ciudad donde actualmente resido, El Puerto de Santa María, cuyo nombre coincide con la que fuera su director durante muchos años: Maestro Dueñas.


Firma  autógrafa de José Díaz Jiménez


Pero la historia de Vejer no estaría completa sin mencionar la contribución de los: "Los Gremios Unidos":


En los Gremios Unidos fueron muy numerosos los zapateros, por eso no extraña que 

el profesor Díaz Jiménez formara con ellos la banda de música.


No hay gobierno sin leyes y, por tal razón, los pueblos se han dotado de ordenanzas tanto para ellos mismos como para los gremios. Una ordenanza es, en el ámbito municipal, la plasmación de su derecho administrativo. En los gremios, fundamento de su organización. En ambos casos debían ser aprobadas por el Consejo Real. Su nacimiento tuvo lugar en plena Edad Media y llegó hasta el siglo XIX. Todas reflejan la actividad económica predominante en la región, proporcionando un marco para la cooperación y la solidaridad entre los diversos oficios y profesiones.

Año de 1876, Vejer de la Frontera: Don Juan Rodríguez Manzano individuo del Ayuntamiento de Veger de la Frontera con la misma villa sobre aprovación de las ordenanzas que ha arreglado la villa para su régimen y gobierno. Los vecinos pretendían proteger sus pastos y mieses frente otros ganados de fuera. El Fiscal se opuso a su aprobación por no haber intervenido en su redacción ni labradores ni ganaderos.

AHN, Cons. Leg.31.299


Me cuenta el historiador y actual presidente de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Vejer, don Antonio Muñoz Rodríguez que, su abuelo fue fundador y presidente de los Gremios Unidos en aquellos años y que, tenían su sede precisamente en el edificio que ocupó la Oficina Municipal de Recaudación y Arbitrios, instalado entonces en la parte superior de la terraza alta del Bar Trafalgar; la recuerdo muy bien, pues trabajé allí durante el año 1960, con D. Antonio Tirado que compatilizaba su empleo con la de Administrador de Transportes Comes. Muchos lo recordarán en la oficina que ocupaba junto a la cafetería del hotel Convento de San Francisco y antes al principio de la Corredera.

Lugar que ocupaba la Oficina Municipal de Recaudación y Arbitrios

Como decía Antonio Machado, “A distinguir me paro las voces de los ecos,/ y escucho solamente, entre las voces, una.”

La verdadera patria del hombre es la infancia…” escribió Rilke: Vejer es y será mi infancia y mi orgullo convencido de saberme nacido en un lugar único, en ella me reconozco e invoco a mis padres a quienes debo el vínculo de amor con esta tierra, por sus campos y sus paisajes en los que he tenido la suerte de nacer a la vida. La palabra "Vejer" es sagrada, como sagradas son la tierra y la memoria. Y lo expreso parodiando a Tomas Tranströmer: las oscilantes lámparas subterráneas del poderoso sistema de mis raíces.

"Hay ciudades que parecen hechas de sentimiento, de poesía, de nostalgia; ciudades por las que circula un alma casi visible, palpable, que se adentra en ti y se funde a tu vida en un instante." Esta frase del poeta, Ricardo Molina, describe perfectamente mis sentimientos hacia mi pueblo: la calle José Castrillón donde nací y viví hasta los 22 años, los juegos infantiles, el olor del jazmín que mi madre regaba en el balcón de la casa, mi primer amor, aquellos rincones queridos de mi intimidad y, vuelvo a la mágica fantasía donde el corazón ha cimentado el artilugio emocionado de la evocación, a los espacios donde la nostalgia me ha devuelto.

Vejer, la misteriosa, donde existieron romanos, cristianos, moros y judíos, que pasearon añorantes por sus calles encaladas, y que invocaron con igual fidelidad el nombre de Beka, Besaro, Baesippo, Bekkeh, Vejer de la miel y Vejer de la Frontera, todos ellos erigieron el blanco caserío que hoy poseemos, y todos fueron artífices de su crecimiento y progreso.

Yo vuelvo a Vejer para saber de dónde vengo y para recordar por donde debo ir. Acaricio con mis manos la insinuante piel de la cal de sus paredes, mil veces blanqueadas con ondulaciones que alcanzan reflejos brillantes como la nieve; no me habría sorprendido ver brotar de ellas, las azuladas y sencillas flores amarillas de la retama.
Pero alejarse no es olvidar. Los pueblos no son las piedras de sus edificios ni sus calles, son las personas que la habitaron y las que allí siguen viviendo.

Mis padres nos enseñaron a amar a este pueblo: conservo celosamente la nota que, en el programa de la Velada en honor de la Virgen de la Oliva de 1966 escribió mi padre, decía así: Gonzalo, háblale a los niños de la Virgen de la Oliva y que cuando sean mayores la tengan siempre presente en sus oraciones. Muchísimos besos para todos de vuestros padres y abuelos.


Dejé Vejer en 1961 sin saber, como está escrito, que la historia de un hombre, es un largo rodeo alrededor de su pueblo. Cada vez que vuelvo me parece un lugar mágico. Lo visito siempre que puedo en busca de mi pasado, que es el futuro. Mi compromiso permanente es dar a conocer mi lugar de nacimiento, uno de los pueblos más bonitos de España, quienes alguna vez se hayan adentrado en la aventura de recorrer sus calles laberínticas de casas encaladas y azulejos nazaríes entenderá el motivo de su belleza y también tendrán la oportunidad de conocer las bondades que ofrecen sus habitantes: de grandes corazones, donde la solidaridad, el compromiso y la alegría son valores fundamentales, abierta al mundo, que acoge a cualquier visitante con los brazos abiertos y que deja una huella imborrable en todos aquellos que tienen la oportunidad de conocerla.

Nunca me cansaré de escribir sobre ello y no pierdo la ocasión de hacerlo frecuentemente.

En mis primeros recuerdos infantiles me veo al lado de mi padre en el Santo lanzando una pandorga. Me enseñaba a elevarla. Era una tarde azul. Desde entonces sé muy bien cuál es mi patria, mi gente y mi paisaje.

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Vejer, sus paisajes y sus calles

Gonzalo Díaz-Arbolí
Agosto 2024

                                                                                                                                                                            

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial como siempre
Admirado Gonzalo. El maestro se llamaba D. Juan Carballeiro (con r entre la a y la b) casado con Encarnación Gómez de la torre hermana de mi abuela María Teresa a la que su gran conocimiento del piano le unióistad con tu abuelo.

Gondiazar dijo...

Muchísimas gracias, I...Ya está corregido. Tenía dudas, busqué en internet y pregunté a un historiador vejeriego y no encontré la respuesta. Sabía de la relación con la casa de tus abuelos pues mi amigo Paco Guerra le llamaba: tío. Un abrazo

Anónimo dijo...

Gracias Sr. Soy Ignacio C. Romero.

Gondiazar dijo...

Lo sé, querido amigo. Quise respetar la autoría, es la razón de escribir solo I... Ya te indiqué la casa de tus abuelos en la calle Ramón y Cajal. La visité muchísimas veces por mi amistad con Paco y, tu tía Carmen Romero me quería mucho. ¿Sabías que mi tío José Arbolí estuvo casado con Paca Guerra?

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