27.5.24

Teresita Gómez, la pianista que venció al racismo y, que se convirtió en la mejor pianista de Colombia

Homenaje a una luchadora incansable que nos ha regalado sus mejores virtudes: Su tenacidad, el amor por la música, su fortaleza mental y la pasión por la docencia.

El piano para ella no es un instrumento, sino la extensión de sus dedos, es ella misma.

Teresita Gómez, una niña negra abandonada por sus padres en el Palacio de Bellas Artes de Medellín, y que fue adoptada por los humildes porteros del lugar, se volvió en la pianista más destacada de ese país. Una historia de resiliencia, lucha contra la exclusión y el racismo que es motivo de inspiración y respeto para muchos colombianos.

Teresita nació en Medellín el 9 de mayo de 1943. En unas circunstancias rodeadas de secretos, fue adoptada por Valerio Gómez y Teresa Artega, que eran los porteros del Palacio de Bellas Artes de Medellín.

Teresita no tardó en darse cuenta de que era adoptada. Era una niña negra criada por padres blancos, y los niños de su entorno no dudaban en recordárselo. El palacio se había inaugurado apenas 6 años atrás y allí se educaban en música y pintura los hijos de la élite de la ciudad. 

Cuenta ella que, siendo aún muy niña, acompañaba a su papá por las noches a recorrer el palacio para asegurarse de que todo había quedado en orden. Entonces se sentaba en un piano sin tener instrucción alguna sobre cómo tocarlo, y empezaba a buscar en su memoria las notas que les había escuchado a las alumnas durante el día.
A oído, logró sacar dos pequeñas melodías. Su padre la llevó al auditorio para que diera su primer concierto en piano de cola. Su público: Valerio y Teresa, sus padres adoptivos. Tocar a escondidas se le convirtió en un hábito, y su padre lo auspiciaba.
Un día, por un error de cálculo, empezó a tocar en un salón antes de que la profesora de piano se hubiera ido. “La negra está tocando el piano”, gritó al verla. Desde ese momento, aceptó darle clases a Teresita.
Tenía que ser a escondidas porque Valerio, y en especial Teresa, temían que los echaran del palacio si los directivos o los padres de las alumnas se enteraban. Que una niña negra, pobre y adoptada tocara el piano era para algunos impropio.

Teresita empezó a tocar con las demás niñas del conservatorio gracias a una beca, pero afloraban las maneras de hacer notar que no era igual a sus compañeras. Pero su talento y su disciplina la hacía destacar notablemente.
La maestra le asignaba una pieza para que la estudiara toda la semana, y al día siguiente ya se la sabía de memoria.
"Ella tiene la música adentro, tiene un oído absoluto. Es un talento", Además, es muy disciplinada, muy entregada. Lo único que le importaba era tocar el piano, y hacerlo cada vez mejor.
Nada era tan azaroso como parecía. Años después y atando cabos, Teresita supo que su padre biológico era un pianista y director de orquesta italiano que era asiduo de Bellas Artes y amigo cercano de Valerio.
Aunque separados por el abismo del secreto, Teresita creció cerca de él, quien según cuenta ella siempre se emocionaba hasta las lágrimas al oírla tocar el piano.

Una de las personas que marcó más profundamente su vida fue Belisario Betancur, el presidente de Colombia entre 1982 y 1986. Ella tenía 39 años cuando él la llamó para ofrecerle ser agregada cultural de la Embajada de Colombia en Alemania Oriental. Alemania fue para Teresita una experiencia transformadora y un regalo de la vida. Fue el momento en que alcanzó su propia cima. Eso fue abrirle el mundo, y además foguearse en los mejores escenarios europeos.  Su primer concierto en Europa fue en París. Tocó las cuatro baladas de Chopin, y siente que las tocó como nunca. Actuó en Alemania, Polonia, Austria, España, Suiza, Hungría; acompañó a músicos como Pierre Rampal y Tortelier. Fue también en ese periodo cuando se comprometió con divulgar a compositores colombianos que nunca se habían tocado en Europa. 

Años después, Teresita recibió un reconocimiento como la mejor profesora de la Universidad de Antioquia, donde ha formado pianistas por más de 20 años. Los alumnos cuentan que su método para enseñar el piano es único y pasa siempre por conectar el piano con la vida.
En 2022, la Universidad de Antioquia, (departamento y ciudad de Colombia), donde Teresita ha enseñado por más de 20 años, abrió una sala de conciertos que lleva su nombre.  La lista de condecoraciones que ha recibido es extensa.

En 2022, Teresita tocó, en la posesión del presidente Gustavo Petro, sin haberlo preparado, sola y durante varios minutos Lo que se había planeado era que iba a tocar junto a la orquesta el himno de Colombia, pero durante el evento el presidente pidió que llevaran al lugar la simbólica espada de Bolívar para la toma de posesión.
Mientras llegaba, se abrió un receso silencioso. Y entonces, Teresita deleitó a miles en la Plaza de Bolívar y a quienes seguían la transmisión con un repertorio que escarbó de su memoria. Sin partitura. Sin ensayo.
“Ese día para mí fue único. Nunca pensé que yo pudiera haber visto lo que vi y lo que sentí, que fue conmovedor. Fue la fiesta del pueblo. Estábamos todos ahí”.
“De niña aprendí a tocar para que la gente me quisiera. Ahora toco porque quiero a la gente”.

En cuanto a Bach, es un ser religioso, un místico, me da mucha serenidad. Es el único compositor que te quita la depresión, porque es mántrico, repetitivo. Por eso es tan bueno para el jazz. La música es antes y después de Bach.”

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Concierto Italiano BWV971 Segundo Movimiento Andante de Johann Sebastian Bach

Tiene su propio concepto sobre los compositores que le inspiran y le fascinan: De Chopin dice que “llevó el piano al nivel de la poesía: no es un músico, es un poeta. Puso a cantar el piano. Sé qué es un buen Chopin porque lo he tocado en Varsovia, sé cómo debe sonar.” 

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Beethoven es fascinante, grandioso. Es igual a fuerza. Su música es el mundo que él construyó. Vivía en la adversidad, era pobre, sordo y se enamoraba de las condesas. No le faltó sino ser negro.”

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Sonata No. 30 para piano- L.V Beethoven


 Tocar Mozart es estar en una cuerda floja, como si a un mantel de lino blanco le cayera una gota de vino rojo.”

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Concierto para Piano y Orquesta N.21 en Do Mayor (Mozart). Mov 1. Allegro maestoso

Para Teresita «la música es una sola»,
“Por lo tanto, es absurdo seguir separando la música “clásica” de la “popular”. Siempre les ha insistido a sus estudiantes que no se encierren en los clásicos y que “se abran a tener la experiencia de tocar tango o salsa”, pues “la música clásica vino de la música popular; nunca fue al contrario, y por eso siempre les digo a mis estudiantes que toquen todo sin prejuicio”. Los compositores colombianos, clásicos y populares, “tienen que tocarse con el mismo sentimiento, la misma expresión y el mismo rigor técnico” con que se toca a los maestros europeos.”



Fuentes:
Roles. BBC News Mundo. 25/1/2024
Artículo: John Brian Cubaque. 03/12/2023
Revista Arcadia, Alexander Klein
Youtube

Gonzalo Díaz-Arbolí


25.5.24

La alondra ascendente. Ralph Vaughan Williams., Gloucestershire, 12 de octubre de 1872-Londres, 26 de agosto de 1958)



George Meredith
El poema de George Meredith(Portsmouth (Inglaterra), 12 de febrero de 1828 - Box Hill (Inglaterra), 18 de mayo de 1909), The Lark Ascending, (La alondra ascendente), es un himno a la alondra y su canción escrito en coplas tetrámetros rimados en dos largas secciones continuas. Apareció por primera vez en The Fortnightly Review de mayo de 1881.
Es un sentimiento pastoral, devocional. El poema describe cómo "la presión de notas apresuradas" se repite, cambia, trina y repica, y trae a nuestro ser interior un canto de alegría y luz como una fuente que perfora las "brillantes cimas del día". La alegría, la pureza y el deleite desenfrenado de la "voz estrellada que asciende" despierta "lo mejor en nosotros a él afín". El canto de la alondra es el vino que nos lleva con él en la copa de oro, el valle de este mundo: la alondra son los bosques y los arroyos, las criaturas y la línea humana. Los corazones de los hombres los sentirán celestialmente, "mientras no anheles más que el canto".

La voz humana (prosigue la canción) no puede expresar con tanta dulzura lo más íntimo. A diferencia de la alondra, el hombre no tiene tal "canción seráficamente libre / de impurezas de personalidad". En la canción de la alondra, los humanos "millones se regocijan / por dar la voz de su espíritu único". Sin embargo, existen esas veneradas vidas humanas, que se han hecho sustanciales por las pruebas y el amor a la tierra, que, aunque no cantan, se manifiestan como un cántico digno de recibir al cielo. Se eleva en ese puro canto a los cielos más altos y se mantiene allí, de modo que nuestra alma se eleva con la de ellos "a través del olvido divino", llenando los cielos, derramando el mundo de las reservas humanas", elevándose más cerca hacia el silencio.
Estos son algunas estrofas del poema:
Se eleva y empieza a dar vueltas,
deja caer la cadena plateada del sonido
de muchos eslabones y sin fisuras,
en gorjeos, silbidos, transportes y trinos,
que se enredan y se extienden,
como se riza la mar en la marea baja
donde rompen las olas
y los remolinos giran dentro de otros remolinos;
un chorro de notas que corre
tan rápido que no se distinguen unas de otras,
aunque los trinos se repiten cambiantes
y siguen sonando mientras fluyen,
se perciben dulces y son encantadores...
......
Ella es la marcha nupcial del sol y las lluvias,
el baile de los niños, las gracias
de los labradores, la llamada de las prímulas,
y el espectáculo de las violetas fragantes;
todo ello será coronado por la canción circular,
y vosotros podréis escuchar a la hierba y al árbol,
podréis ver lo mejor del corazón de los hombres,
podréis sentir celestialmente, mientras
que no anheléis más que la canción.
Podríamos decirnos en lo más íntimo,
de la forma más dulce, que nuestra voz
nunca fue como esa voz de las alturas


En su llamativo vuelo de cortejo, incansable melodía e incesante aleteo, ascendiendo poco a poco a alturas increíbles sin parar su canción, se deja engullir por el cielo y después se desliza marcha atrás en un dominio absoluto del viento y de las alturas para finalmente girar y caer en un picado vertiginoso, confundiéndose después con el propio suelo.

The Lark Ascending (La alondra ascendente) es una obra para violín y orquesta escrita en 1914 por el compositor inglés Ralph Vaughan Williams. La composición se inspiró en
un poema de George Meredith del mismo nombre sobre la alondra vulgar. Es una de las piezas más populares en el repertorio clásico entre los oyentes británicos.
La obra está dedicada a la violinista inglesa Marie Hall, que la estrenó con acompañamiento de piano. Al contrario de la creencia popular, de hecho Vaughan Williams escribió los esbozos mientras miraba barcos de guerra que cruzaban el canal durante la Primera Guerra Mundial. Un chico pequeño lo veía haciendo los esbozos y, pensando que estaba apuntando un código secreto, informó a la policía que posteriormente arrestó al compositor.
La guerra paró la composición, pero fue revisada en 1920 y estrenada bajo la dirección de Adrian Boult el 14 de junio de 1921, otra vez con Marie Hall como solista.
Entre sus pasiones se hallaban la poesía y el violín. Se había formado de niño como violinista, y prefería el violín al piano, por el que nunca tuvo una gran afición. 

Este idílico romance para violín y orquesta fue compuesto en 1914, y luego revisado (o completado, dependiendo de quién lo lea) en 1920. 
El violín solista representa a la alondra,  "se eleva y comienza a girar" en arabescos altísimos. Una nebulosa armónica en la orquesta y los prominentes solos de viento de madera refuerzan la imagen bucólica. En el medio hay una sección más terrenal, folclórica, y luego la música original regresa, cerrando con el violín dando vueltas estáticamente cada vez más alto y solo, "Hasta que se pierde en sus anillos aéreos/en la luz, y luego la fantasía canta".

Se encuentra entre los sinfonistas británicos más conocidos, destacando por su amplia gama de estados de ánimo, desde tormentoso y apasionado hasta tranquilo, desde misterioso hasta exuberante. Entre sus otras obras de concierto más conocidas se encuentran "Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis (1910)". Sus obras vocales incluyen himnos, arreglos de canciones folclóricas y piezas corales de gran formato. Escribió ocho obras para representaciones teatrales entre 1919 y 1951. Aunque ninguna de sus óperas se convirtieron en piezas populares de repertorio, su ballet Job: A Masque for Dancing (1930) tuvo éxito y se representó con frecuencia.

Presten atención al sonido del violín solista representando a la alondra
como un símbolo de luz y ascensión mística.
Ralph V. Williams  "La alondra ascendente", Janine Jansen, Royal Abert Hall BBC Proms 2003

Fuentes: Wikipedia, youtube,
Gonzalo Díaz-Arbolí

19.5.24

Sabor a mí, la historia del bolero más romántico del mundo

 Álvaro Carrillo

A través de la historia en el mundo de la música algunas canciones han logrado ser un referente, un icono cultural, com le sucede a "Sabor a mí"  que ha sido cantada en español, inglés, francés, japonés, alemán, mandarín, portugués, ruso, italiano... y  considerarse  como una de las más hermosas, más populares y más románticas del mundo.

Los poetas utilizan la metáfora como recurso literario ayudan al lector u oyente a comprender y entender mejor el significado de las palabras, aquí,  'sabor' se utiliza para describir cómo los recuerdos y experiencias compartidas entre dos amantes permanecen en su ser, incluso si el amor llega a su fin o si se separan físicamente.

Tanto tiempo disfrutamos de este amor
nuestras almas se acercaron, tanto así
que yo guardo tu sabor
pero tú llevas también
Sabor a mí

Si negaras mi presencia en tu vivir
bastaría con abrazarte y conversar
tanta vida yo te di
que por fuerza tienes ya
Sabor a mí

No pretendo ser tu dueño
no soy nada, yo no tengo vanidad
de mi vida doy lo bueno
soy tan pobre, ¿qué otra cosa puedo dar?
Pasarán más de mil años, muchos más
yo no sé si tenga amor la eternidad
pero allá, tal como aquí
en la boca llevarás
Sabor a mí

No pretendo ser tu dueño
no soy nada yo no tengo vanidad
de mi vida doy lo bueno
Soy tan pobre, ¿qué otra cosa puedo dar?
Pasarán más de mil años, muchos más
yo no sé si tenga amor la eternidad
pero allá, tal como aquí
en la boca llevarás
Sabor a mí

El tema fue compuesto por Álvaro Carrillo, que registró la composición el 11 de julio de 1958,​ y se grabó por vez primera el año siguiente.

Historia de cómo nació Sabor a mí:
Cuentan que en diciembre de 1957, Álvaro Carrillo estaba comprometido con Ana María Incháustegui y se encontraban en una velada a la luz de las velas.
El artista bebía coñac y besaba a su amada, mientras que ella después de un rato, le reclamó que dejara de tomar tanto; diciendo que de tanto tomar y besarla ya la estaba emborrachando y con el sabor al licor en los labios.

Es aquí donde Carrillo respondió:
Lo que llevas en la boca no es sabor a licor, es sabor a mí.

Ambos, poetas en el alma y cómplices en el arte, supieron al instante que esa frase y ese momento sería inspiración para una canción. Pero nunca se imaginaron que Sabor a mí se convertiría en el bolero más romántico de todos los tiempos, nacido de un beso de amor y licor.

A pesar de haberse titulado como ingeniero agrónomo y de haber ejercido por un tiempo su profesión, se dedicó fundamentalmente a la composición: creó más de 300 canciones, y de entre ellas la más popular es quizá esta canción.

El maestro Álvaro Carrillo falleció trágicamente el 3 de abril de 1969, el artista, su esposa y el chofer perdieron la vida tras un accidente automovilístico en donde 2 de sus hijos salieron ilesos.

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Intérpretes: El trío Los Panchos

Escuchemos otra versión con Eydie Gorme

Gonzalo Díaz-Arbolí

17.5.24

Resumen biográfico de Carl Orff y su obra Cármina Burana


Compositor alemán, nace y muere en Múnich, (1895-1982). Comenzó a estudiar piano, órgano y violonchelo apenas tenía cinco años. Al acabar el bachiller estudió composición en la Academia de Música de Múnich, graduándose en 1914. Como el plan de estudios era muy conservador, se dedicó a explorar, por su cuenta, el repertorio musical contemporáneo que era lo que realmente le interesaba. Orff se sentía descontento con las clases de composición recibidas en la Academia por lo que, en 1920, reanudó sus estudios con el distinguido profesor Kaminski. En la búsqueda de un estilo musical propio, descubrió la música del Barroco temprano.


¿Qué es Cármina Burana?
Cármina Burana es una cantata que utiliza como texto algunos cantos medievales de los goliardos de los siglos XII y XIII, inspirada en las óperas de Monteverdi, con representación escénica opcional que el compositor alemán Carl Orff (1895-1982) escribió para dos coros, tres cantantes solistas (soprano, tenor y barítono) y orquesta sinfónica basado en 23 poemas sobre amor libre, naturaleza, placer, vino y engaño creados por monjes benedictinos del siglo XII que se fugaron de un convento de Beuern (Alemania) para desnudarse en público, frecuentar prostíbulos y robar comida.
Habla sobre cómo el destino de las personas está regido por los caprichos de la fortuna. Por lo tanto, ante un futuro tan impredecible, lo más inteligente es disfrutar mientras se pueda.

La obra se estrenó con éxito el 8 de junio 1937 en Fráncfort y conforma la parte inicial de Trioinfi, trilogía de cantatas escénicas que se completa con Catulli Cármina (1943) y Trionfo di Afrodite (1953). Destaca también su abundante y espléndida percusión.

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El nombre de la obra Cármina burana procede del latín cármĕn -inis: ‘canto, cántico o poema’ (no confundir con la palabra árabe carmén: ‘jardín’), y burana es el adjetivo gentilicio que indica la procedencia: ‘de Bura’ (el nombre latino del pueblo alemán de Benediktbeuern). El significado del nombre es, por tanto, ‘Canciones de Beuern’.

Aunque generalmente se encuentra escrito Carmina (sin tilde, como en el original latín) se pronuncia /kármina/. Para evitar que un hispanohablante pronuncie la palabra erróneamente (lo cual sucede con mucha frecuencia entre músicos y locutores), la RAE sugiere que a las palabras latinas se les coloque la tilde (en casos como este en que la ortografía latina no coincide con la española).
 
El códice recoge un total de 300 rimas, escritas en su mayoría en latín (aunque no con metro clásico), algunas partes en un dialecto del alto alemán medio, y del francés antiguo.
Fueron escritos hacia el año 1230, posiblemente en la abadía benedictina de Seckau o en el convento de Neustift, ambos en Austria.

Letra del poema "O fortuna"

Oh Fortuna,
como la Luna
variable de estado,
siempre creces
o decreces;
Vida detestable
ahora oprime
después alivia
como un juego,
a la pobreza
y al poder
derrites como al hielo.

Suerte monstruosa
y vacía,
tu rueda gira,
perverso,
la salud es vana
siempre se difumina,
sombrío
y velado
también a mí me mortificas;
ahora en el juego
llevo mi espalda desnuda
por tu villanía.

La Suerte en la salud
y en la virtud
está contra mí,
me empuja
y me lastra,
siempre esclavizado.
En esta hora,
sin tardanza,
toca las cuerdas vibrantes,
porque la Suerte
derriba al fuerte,
llorad todos conmigo.
 
Para los interesados en escuchar la obra completa, pulsen sobre la imagen

Fuente:Wikipedia, Youtube

Gonzalo Díaz-Arbolí

7.5.24

Elogio de la conversación. Por Federico Soriguer, Médico, de la Academia Malagueña de Ciencias

Desde luego una buena conversación es siempre un acto de amistad. O en todo caso un acto amistoso.


Si bien se mira, la historia de la humanidad no es más que el resultado de una larga conversación que mil veces interrumpida, mil veces ha sido retomada hasta llegar aquí. Pero hoy me conformo con lo que se llamaría una tertulia entre amigos, si no estuviese tan desprestigiado el término por el abuso que se hace de él en los medios. En España la tertulia tiene una gran tradición. Conversar es una necesidad humana, una forma de comunión espiritual, de religiosidad laica, de concelebración civil. Conversáre, en latín dar vueltas en compañía). Dar vueltas a las ideas, mediante las palabras, dialogando. No es casual que en griego dialogar signifique conversación racional (logos). De hecho, el diálogo fue cultivado por Sócrates como instrumento para averiguar la verdad por medio del debate, sin más armas que la ironía y la conversación (que otros llaman, mayéutica). Para una buena conversación el diálogo es imprescindible pues implica un intercambio de papeles entre los interlocutores. Una tertulia no es más que un grupo de personas reunidas para conversar sobre algún tema. Una buena conversación necesita tiempo y es, por definición, impredecible. Si no, es otra cosa. A una tertulia se viene ya “leído” de casa. A una buena conversación se viene a disfrutar. No es, no puede ser, un campo de Marte donde se dirime quién es el más listo de la clase, sino un lugar abierto donde los contertulios disfrutan del calor de las palabras. Los interlocutores en una tertulia son importantes, pero no demasiado, pues uno puede y debe conversar hasta con el diablo. Desde luego una buena conversación siempre es un acto de amistad. O en todo caso un acato amistoso. SE puede y se debe hablar con cualquiera, siempre y cuando ese cualquiera acepte las reglas mínimas de una buena conversación. La cordialidad es una de ellas. La cordialidad implica cierta franqueza y amabilidad que nos permite entablar y mantener una relación de respeto con los demás. No en vano cordialidad es una cualidad relativa al corazón (cordis).



No hay cordialidad sin buena educación. Se dice y con razón, que a veces te encuentras con personas con las que es imposible hablar y no puede sino dar la razón a quienes así opinan, aunque ahora me contradiga con lo sugerido arriba. Un monologuista, incapaz de escuchar, que interrumpe continuamente, que se ofende ante opiniones divergentes, reiterativo, empeñado en llegar la razón a toda costa, no suele ser un buen conversador. Una buena conversación suele ser el comienzo de una buena amistad, pues la crea lazos de afectos y deja asuntos pendientes que obligan a nuevos encuentros.

Ya hemos comentado que el tema no es lo más importante de una buena conversación. Puede ser más o menos trivial, más o menos trascendente, pero siempre debe ser amable y, desde luego, un buen conversador ha de ser respetuoso con la posible ignorancia de la otra parte. Siempre se puede aprender algo, aunque solo sea a tener paciencia. Hablar por hablar es una arte a veces, pero en una buena conversación es más importante pensar lo que se dice que decir lo que se piensa. Aun así, las obviedades, las repeticiones, las vulgaridades no son bue consejeras en una buena conversación. Tampoco la vanidad, la intransigencia y el orgullo. Retirar la palabra a alguien es el mayor gesto de hostilidad, el comienzo de un camino tortuoso que solo se puede enmendar reiniciando la conversación.

Hoy la gente habla entre si más que nunca a través de la redes, una conectividad que nos permite vivir la ilusión de estar inmersos en una suerte de charla infinita. Mejor que nada, desde luego y nada que objetar a las redes salvo el dudar que a eses tipo de comunicación se le deba llamar conversación, que necesita del contacto, de la proximidad y del sonido de las palabras. Podría pensarse que conversar es un arte en peligro de extinción. Me recuerdo ahora a finales de los cincuenta, hablando interminablemente con otros niños, tumbados en los frescos zaguanes de aquellas casa blancas de un pueblo de Andalucía, como veo que hace hoy mi nieto con sus amigos charlando sin parar, es esto y de aquello, a la salida del colegio. Entre ellos y yo ha pasado toda una vida y ahora, ya de viejo, recobro el placer de estas conversaciones sin orden ni concierto con las que mi nieto y sus amigos, como aquel niño de Andalucía, intentan reconocerse los unos en los otros. Y mientras los veo hablar incesantemente, con su alegría, con su entusiasmo, con su vitalidad, renace en mí la esperanza de que esa cosas que llamamos futuro es posible. Lo que no deja de ser un buen tema de conversación.


4.5.24

Día de la Madre 5 de mayo 2024

Relato de la memoria de un niño nacido en Madrid en 1933 y, la heroicidad de su madre en los duros inviernos madrileños de la Guerra Civil Española.


Las cosas y el paso del tiempo iban marcando el humor y las caras de las personas de la casa. También los vecinos se reían menos. En la calle, a donde mi madre nos sacaba cuando hacía bueno, (éramos 5 hermanos) se notaban cambios. Los árboles de las aceras desaparecían. Parece ser que por la noche alguien bajaba y cortaba alguno para el fuego. La escasez del carbón era una realidad. En la casa, como solo había mujeres y una de ellas mi abuela, lo de cortar un árbol era más difícil. Pero se disponía de un hacha de gran tamaño con la que se rompía cajones de madera que habían servido para guardar cosas. Lo grave es que eran pocos. Una pena pues era muy fácil hacer astillas.

Los biberones gastaban mucha leña. Siempre que se buscaba combustible era para calentar biberones. Lo raro era que después de calentarlo había que enfriarlo para el que iba a tomarlo no llorara. Mi abuela era la encargada del control de combustible para esa actividad. La verdad es que ella controlaba todo. Cuando se terminaron los cajones, que fue rápido, empezaron a buscarse sustitutos. El papel se había utilizado hasta entonces para encender, pero llegó un momento en que se desplazó a la madera en eso de los biberones. Claro que este material tenía muchos problemas. Si era de periódico, no daba calor pues ardía muy deprisa, si era de libro y satinado; no ardía. Mi abuela me enseñó a ahuecarlo, con mucho tiento, pues se inflamaba y se perdía en un suspiro o se apagaba antes de tiempo.


Mi madre se encargaba de la selección de libros, apartaba los menos valiosos, claro que al final cayeron todos, pero desde luego en un orden de categoría literaria que honró su paso por las llamas. Realmente la culpa fue que la guerra durara tanto.
En la calle tampoco iban quedando árboles asequibles, y menos para cortar en una noche y por una mujer sola, de manera que hubo que pensar en cosas más próximas y efectivas. Empezaba el frío y el papel no servía.

Un día vino una de mis tías, de otro barrio, a casa con una noticia importante: Le habían hablado de un sitio, en la Guindalera, donde se podía encontrar leña de encina seca. Solo quedaba trocearla después, pero antes había que traerla a casa. Mi madre y mi tía se fueron con los dos hermanos mayores. Antes de ir a por la leña alquilaron un carro para traer lo que pudieran conseguir. Lo del carro era fácil, lo de encontrar una mula o un burro, imposible. Ya no quedaba en todo Madrid. Parece ser que habían pasado a carne en lo que iba de guerra. Después de una cola que duró hasta casi anochecido, se cargó el carro con todo lo que entraba. Como el recorrido hasta casa era llano, yendo despacio se podía llegar empujándolo. Aquella carga alivió mucho el problema de la combustión de libros y cajones de la casa, pero al final se terminó y ya no volvió a encontrarse otra ocasión para comprar algo quemable.

Se inició otra vez la programación de combustibles caseros y mi madre realizó una selección previa. Un esquí de madera, raquetas, cortineros, sobrepuertas, perchas. Una caja para guardar betunes y cepillos para los zapatos, fue de las últimas víctimas. La forma de administrar la energía calorífica fue siempre exquisita, cada objeto que pasaba a la cocina era despedido con todos los honores.

La guerra continuaba y se comenzó otra etapa: Los muebles. Empezado por desmochar los armarios hasta las patas. La casa cada vez parecía más amplia, sin embargo iba perdiendo el misterio de esconderse.
La familia había crecido y se notaba más, porque la vida se hacía en la cocina para aprovechar el poco calor que se lograba.

La guerra se estaba acabando y le dio una nueva visión. Eran las mismas personas, pero cosiendo escudos y banderas en las camisas o quemando las que hasta ese momento habían usado. De luchadores durante tres años pasaron a supervivientes. Pero los niños no lo sabíamos. Tal vez miraban los nuevos símbolos con la curiosidad de lo que se ve por primera vez, algo hasta ese momento desconocido. También las conversaciones de los mayores tenían otro sentido.

Pocos días después, alguien dijo en casa “Mañana hay que poner en todas las ventanas y en todos los balcones sábanas blancas”.
Al día siguiente no había nadie en la calles. Solo vi a una mujer vestida de negro, sola, esperando un tranvía que quizá nunca llegó. Aquella mujer era mayor, estaba llorando y se secaba los ojos con una punta del delantal, el otro extremo lo había metido en la cintura.
Hacía sol y se veían algunas nubes. 
Aquel día cayó Madrid.


Carlos Antonio