Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche que se llama sueño
Jorge Luis Borges
La vejez en esta fotografía de Paco Basallote |
Ahora comprendo la exactitud del aforismo escrito por Chrétien de Troyes hacia el año 1176 –el primer testimonio escrito en lengua romance-
Prisionero de los años, cansado y sintiendo en mi propia carne sus consecuencias, 84 cumplidos, no atiné a valorar en su justa medida la verdad que esconde la máxima que glosa el escritor medieval.
“Destruyes todas las cosas alegres, edad malvada; quitas el ingenio, privas de vigor al cuerpo”.
Aquí os confieso con tristeza, dos de mis íntimas experiencias que jamás podré repetir:
1) Volver a hacer el Camino de Santiago. Jamás fui tan feliz, como durante las inolvidables e interminables caminatas de reflexión y misticismo.
2) Me viene a la memoria el soneto que escribió Miguel Hernández, con su increíble pericia, entusiasmo y vocación, para El silbo vulnerado: Me tiraste un limón…
Lean con atención el segundo cuarteto:
Me tiraste un
limón, y tan amargo,
con una mano cálida y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura, sin embargo.
Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.
Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,
se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.
La poesía de Miguel Hernández está cargada de imágenes y elementos simbólicos. En este poema, la sangre es el deseo sexual, la camisa es el sexo masculino y el limón es el pecho femenino.
La certeza de que ya nunca podré sentir la dicha de colmar, de derramar libidinosamente mi deseo sexual entre los brazos de la mujer amada.
Pero y ¡aquellos días de amor inolvidables y maravillosos! y, otra vez sigo con Miguel Hernández:
He poblado tu vientre de amor y sementera
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Nada ni nadie podrá quitarnos esos días de deleite, nos pertenecen, el destino pagó la deuda que con nosotros tenía.
Pero eso... nunca más...
A hurtadillas le llega la muerte a lo vivo, la vejez a lo joven: Mientras preguntamos ¿Qué hora es? ha huído ya la hora...
Todo lo bello deja
un hueco......Rafael Guillén
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Algunos me dicen:
No estoy de acuerdo… a esa edad el ingenio florece y la paz inunda el alma.
Otros: Sí, es la nuestra una edad malvada. Pero hay que afrontarla, porque sino, nos hunde aún más.
Cicerón exalta la vejez, como un momento de creatividad fructífera, si la disciplina por seguir aprendiendo y dando fruto se impone «de manera tranquila, sosegada, plácida y soportable, como hemos oído decir de Platón, quien murió a los 81 años, cuando escribía un libro.
Pues sabéis lo que os digo: Escuchen poesía, para las emociones sutiles...
Y más poesía:
Jorge Manrique: Coplas por la muerte de su padre:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor...
...Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos descansamos.
Lo cierto es, que el destino de todos los poetas ha estado siempre marcado por un ansia irreprimible de perfección.
Jorge Luis Borges:
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue?
(....)
¿Donde el ancla y el mar, dónde el olvido
de ser quien soy?
Termino con un comentario de mi recordado e íntimo amigo, el poeta Eugenio Martínez:
Jorge Manrique en los versos a la muerte de su padre nos dulcifica el dramatismo de la edad maldita y da vida a toda una existencia que siempre, siempre, con sus pendientes y sus curvas merece la pena vivirla.
Un cordial abrazo
Gonzalo Díaz-Arbolí
8 comentarios:
Soberbia entrada, Gonzalo, digna de la mentalidad de Nietzsche, pero desprovista del corrosivo acero y la soberbia del superhombre
Chrétien de Troyes exageró al afirmar que la edad maldita quita el ingenio, lo cual no considero cierto, porque se acrecienta con el reposo que nos trae y que nos suministra suficiente fuerza para darnos serenidad.
Por supuesto que una punta de seno duro y largo no nos duerme la sangre en la camisa como a nuestro amigo y querido cabrero de Orihuela, pero también nos hemos bañado en las aguas de su mismo río en las que Parménides no nos deja bañarnos dos veces.
Jorge Manrique en los versos a la muerte de su padre nos dulcifica el dramatismo de la edad maldita a la que un solo verso del Club de los Poetas Muertos da vida a toda una existencia que siempre, siempre, con sus pendientes y sus curvas merece la pena vivirla.
Gracias por esta entrada, Gonzalo, en la que te estrenas como consumado filósofo.
Qué acertada entrada.
La vida se hace extraña con el transcurrir del tiempo, pero se almacenan riquezas para un futuro mejor.
Qué entrada tan buena, amigo. A ti la edad te ha hecho más sabio. Y, aunque al cumplir los ochenta años , tuviste unos meses donde tu ánimo se vino abajo, luego remontaste el vuelo y ¡voilá! aquí te tenemos para disfrutar con tus trabajos (¡y cuántos).
Está claro que a la fuerza y las ganas de vivir intensamente de la juventud, le falta la experiencia de la vejez; con ella cometeríamos menos errores y meditaríamos las consecuencias de las decisiones. La vejez, cuando mente y cuerpo empiezan a no entenderse, recurre, recurrimos, a los recuerdos de la juventud; es como si la viviéramos dos veces, una en directo y otra en diferido.
El secreto de la vejez, en mi opinión, está en aceptarla y en sacarle lo máximo, dentro de las posibilidades de cada uno.
El Poema "El ciprés de Silos", muy bien recitado, como siempre, es bellísimo.
Muy interesante tu publicación de hoy.
Muchas gracias, Gonzalo.
Me han sorprendido gratisimamente tus reflexiones sobre la vejez. Conocía tu saber y espíritu literario pero no filosófico. Si es así, te recomendaría como hago con mis compañeros al jubilarse, que leyeses el "De senectute" - por supuesto esta en español- obra Ciceroniana, que al menos aumentará tu saber y tu paz interior. Y quizá la más clásica conocida sea :
" senectus non sola venit" (La vejez no viene sola).
Me hubiera encantado ser tu compañero en ese camino de Santiago.
Un abrazote.
Querido hermano, tu entrada me parece muy adecuada por las siguientes razones que a continuación te argumento. El adulto mayor es una persona activa que genera cambios en su propia vida, y no en fuerzas externas a él, pues es capaz de mejorar cada día como toda persona con expectativas de seguir viviendo.
Desde el punto de vista sociológico los adultos mayores comienzan a vivir una nueva etapa de su vida donde el reconocimiento social es limitado, dado por los juicios erróneos que se tienen de esta etapa del desarrollo, por el propio juicio que hace el adulto de su nueva condición a partir de considerase un estorbo o una carga para las familias y para la sociedad, por la poca preparación que tienen las sociedades para enfrentarse a esta nueva condición.
Se considera como muy positivo la participación que tienen los adultos mayores dentro de la dinámica familiar y en las comunidades donde viven.
La tarea de formar las nuevas generaciones requiere de la interacción que ejercen los diversos agentes como mediadores en la formación de las niñas y los niños de la primera infancia, con el propósito de promover su desarrollo integral.
En tal sentido los adultos mayores poseen un cúmulo de experiencias vividas que pueden constituir potencialidades que pueden ser aprovechadas para brindar una atención educativa a la primera infancia.
Por tanto:
Los adultos mayores poseen cualidades personológicas y que pudieran mediante la intervención oportuna y educativa convertirse en potencialidades y contribuir con ello a la educación de las nuevas generaciones, y, en segundo lugar, los adultos mayores son individuos en desarrollo que requieren de un respeto y lugar dentro de la sociedad y se debieran convertir en responsabilidad y preocupación de todos los gobiernos y de los que interactuamos con ellos.
Me parece coherente tu razonamiento hermano y, la tesis es admisible en todas las premisas.
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