30.1.25

Transcripción del Noticiero Gaditano. Director Ignacio Chillía Giraldez. Jueves 14 de agosto de 1930.

Transcripción
. Comentarios halagadores.
. La mujer vejeriega. 
. Preparativos para la Velada en honor de Nuestra Señora de la Oliva.
Conocer esta acogedora y simpática ciudad, es amarla.
El reporter no puede sustraer a la magnífica impresión que ha causado en su espíritu la hermosura de este pueblo, toda luz y color; así como la belleza de sus mujeres.

Sus calles, perfectamente adoquinadas y limpias, sus comercios instalados con el mayor gusto y elegancia; la hidalguía hospitalaria de las autoridades todas y del pueblo entero, que conserva aún el verdadero tipismo de nuestra incomparable Andalucía, han logrado adentrarse en el alma del periodista viajero, saturado de dulces emociones, consiguiendo arrancar frases de sincero elogio, éste modesto cronista que se ha sombrado real y verdaderamente ante la magnificencia del pueblo tan maravilloso, en el que se admiran, además de lo antes expuesto, soberbias construcciones arquitectónicas de incalculable valor histórico.
Es además, un mirador sorprendente sobre la fértil campiña gaditana desde el que se admira un indescriptible paisaje.

¡Mujeres de Vejer! Sois las genuinas representantes de la verdadera belleza andaluza, con la que cautivan a propios y extraños, consiguiendo que de los labios masculinos brote el piropo nacido del corazón, que estalla en el más rendido elogio a que sois merecedoras por vuestra hermosura sin par.

Hemos llegado al término de “Saladilla”, donde el veterano y simpático ventero Diego Sánchez Oliva, amable como siempre nos invita a descansar breves momentos indicándonos, solícito, el camino más corto para llegar a la Plaza de Pí y Margall, donde, al descender del automóvil, ya nuestro vendedor empieza a vocear "EL NOTICIERO GADITANO" .Esta novedad de que a las ocho de la noche sea voceado y vendido un periódico de la tarde, produjo tal efecto, que del Café Moderno de Benítez, Casino Vejeriego, barbería de nuestro particular amigo don Juan Gutiérrez y de cuántos establecimientos se encuentran situados por aquellos alrededores fueron arrebatados nuestros periódicos, en número de once manos, que para su venta nos fueron traídas expresamente.

Los comentarios y elogios que hemos escuchado tan favorables a este número aquí vendido nos estimulan a poner lo más recio de nuestra voluntad al servicio de pueblos tan nobles y hospitalarios, como Vejer de la Frontera. Ha sido en definitiva un éxito rotundo.
Haremos honor a lo ofrecido en nuestro anterior número, de ocuparnos con detenimiento de este pintoresco pueblo, de su industria y comercio y de sus esplendentes y tradicionales fiestas.

Pero hoy nos limitaremos a hablar…LO MÁS BELLO Y ENCANTADOR DE VEJER.: SUS MUJERES.
¿No supones tú, lector amable, qué puede ser lo más bello y encantador de este deliciosisimo rincón de la incomparable provincia gaditana?
Pues para verlo, basta ocupar durante unos minutos solamente una silla en el café del popular activo y laborioso industrial don Mariano García Galindo, o en el de su vecino, nuestro buen amigo don Francisco Sánchez Bermúdez, establecidos ambos en la bonita y pintoresca plaza de Alfonso XIII, y desde allí observaréis. ¡lo más bello y encantador martirio de los mortales que poseemos la fortuna de contemplar angelicales figuras de mujer, como las de la bellísima señorita, Feliciana Díaz Sánchez, que aunque vive en Jerez, esta es su patria chica bendita, como lo es  la esbelta Carmencita Romero y hermanas no menos bellas, Rosarito y Belén!
Más que diríamos de Marujita Camacho Martínez, de la bella Anita Díaz Muñoz y señorita de Ramón Murillo, que si su nombre es Gloria, ésta se empequeñece ante sus negros ojos, faros benditos que iluminan e inspiran nuestra torpe pluma. Carmencita Rodríguez Pérez ¡si la conocierais –esa fernandina, rubia, tan espiritual, simpática y experta pianista que al acariciar con sus lindas manos el teclado o haciendo vibrar entre ellas el violín, nos transporta a lo infinito, ¡con su arte, con su belleza y con su hermosura, que nunca os cansaríais de admirar…!

Manuela Crespo y Antonio Gómez de la Torre y a la derecha Luisa Arbolí Romaríz y José Díaz Muñoz 


La dulce Luisita Arbolí Romaríz, y las señoritas Luisita Sánchez Enciso, María Antonia e Isabelita Gómez Rodríguez. ¿Qué diríamos de sus enloquecedores labios, y esos pay-pay, que Dios le dio por pestañas, así como por dientes, preciosas perlas? Manuela e Inés Crespo Cortés ¿caben caras más angelicales?

La preciosísima señorita Pastora Castrillón Shelly y sus guapísimas primas Leonor y Oliva Castrillón Álvarez, tan simpáticas y bonitas como ellas solas, al extremo que… ¡quién fuera ovejita en el redil de las pastorcitas!
Las lindísimas señoritas Regla Álvarez Fernández y Mariquita Yáñez Mateo, tan simpáticas como bonitas, y por último diremos que si para flores Valencia y entre ellas la escultural María Luisa Linares la más bella por su cristiano proceder, nosotros rendidos por las faenas cotidianas y para dar por terminada la pesante información, diremos que todas y cada una de las hijas de este pueblo son de las que honran a nuestra raza y ante cuya natural hermosura, con toda devoción, inclinarnos para decirles: Señoritas de Vejer, guapas entre las guapas, hermosas entre las hermosas, mujeres entre las mujeres, hijas en fin de ésta incomparable tierra andaluza, Dios os bendiga y nos endulce muchos años la existencia con vuestra encantadora presencia.

PREPARATIVOS PARA LA VELADA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LA OLIVA.
El pasado domingo a las siete de la tarde tuvo lugar el acto de recibir solemnemente en el paseo de Canalejas, la imágen de la Santísima Virgen de la Oliva, Patrona de Vejer. Al llegar la sagrada imágen a dicho paseo, encontrábanse ya en él el Clero Parroquial y la Comisión del Excmo. Ayuntamiento que la acompañaron hasta la Parroquia, donde en el día de hoy han dado comienzo los solemnes cultos religiosos de la Santísima Virgen de la Oliva.

A las diez de la noche del antes mencionado domingo dio  un escogido concierto en el Paseo de la Corredera la notable Banda Municipal.
El traslado de la Santísima Virgen de la Oliva desde el santuario hasta el pueblo efectuóse,  al igual que en años anteriores, a hombros de los Hermanos de la Cofradía que la llevaron así hasta la Parroquia. 
El Santuario de la Oliva se encuentra situado a varios kilómetros de la capital al cuidado de un santero, viviendo en sus alrededores numerosas familias que acostumbran a pasar allí la temporada.
En su hermosa huerta, que además, existe un magnífico y sorprendente jardín, levantaron en el centro de éste una original escultura del Sagrado Corazón de Jesús, cuyo trabajo efectuaron los sacerdotes alemanes que procedían de Camerún, en tiempos de la desdichada guerra europea, permanecieron en este lugar. 


LA VELADA.
Acompañados del alcalde señor Pérez Rendón, juez municipal, médico titular señor Serrano Salagaray, y don Luis Gessa Loayza, que aquí para temporada, estuvimos recorriendo las calles donde se está instalando la velada, después de haber sido recibidos muy atentamente por dichos señores,
Pudimos admirar el hermoso paseo donde se verificará aquellas, así como la caseta del Ayuntamiento, muy artísticamente exornada, y los demás detalles de la Velada de la que informaremos detalladamente a nuestros lectores.
Esta noche a las diez recorrerá las principales calles de la población la Banda Municipal que interpretará una gran retreta.
Sabemos que a la función religiosa que se celebrará mañana viernes en su honor de la Patrona la Excma. Corporación Municipal y las autoridades, saliendo a la seis de la tarde procesionalmente la imagen de la Santísima Virgen.
Habrá por la noche conciertos musicales y baile de sociedad en la Caseta del Ayuntamiento, así como vistas de fuegos artificiales y otros festejos. La animación existente es extraordinaria.
La flecha roja indica al secretario del Ayuntamiento, don José Arbolí Navarro (mi abuelo)

CONOCER ESTA ACOGEDORA Y SIMPÁTICA CIUDAD, ES AMARLA.
En el camino sumamente encantador y pintoresco que conduce de Cádiz a Algeciras a la derecha del río Barbate, no lejos de la laguna de la Janda y a cincuenta kilómetros de la capital, se levanta grandioso, severo y lleno de majestad, este pueblo de embrujamiento y encanto. Una montaña gigantesca vestida con olivos, tomillos juncias y flores, le sirve de pedestal, siendo al mismo tiempo como  un símbolo del brazo de Dios, que sostiene así el trono de la Virgen Santísima de la Oliva, su celestial Madre y Patrona, de aquellos hijos que le ofrecen diariamente los afectos más puros y delicados del alma.
El término de Vejer -dice P. de Madrazo. está todo poblado de naranjales, huerras, dehesas y repartido en sierra y campiña y costa de mar. Apenas hay lugar en Andalucía que tenga mejor tierra. Nada más encantador que los vallecillos regados por las innumerables del río Barbate; nada más poético que las orillas, pobladas de extraordinaria variedad de pájaros; de la laguna de la Janda, donde se dice que comenzó la funesta y épica batalla terminada en el Guadalete. Porque es una gloriosa realidad reconocida por la Historia, que aquellos hombres de alma grande y corazón hospitalario, supieron siempre luchar en defensa de la Patria, siendo castillos para la defensa y leones para la lucha.
El origen del nombre de ese pueblo, dicen los latinistas amantes de las etimologías, viene de la palabra "vergel", por que en realidad eso es Vejer: un recreo, un lugar de delicias, una magnolia gigantesca que tiene sus raíces en la tierra y  parece abrir sus pétalos en el cielo.
Y ¿cómo no había de ser así, cuando precisamente tiene allí a una Virgen que es la Estrella más hermosa del firmamento? 
En la luchas del vivir
a ti acuden, Virgen mía,
y en tu mirar bondadoso, 
encuentran aliento y guía.
En alegre romería,
todos van a visitarte,
todos llevan que decirte,
todos quieren saludarte.
En los pliegues de tu manto
de Reina, Virgen bendita,
la viuda, el pobre y el huérfano
sus lágrimas deposita.

Una de las cosas que más llaman la atención a cuantos visitan por primera vez este pueblo, es la costumbre que aquí conservan, desde el tiempo en que por ésta estuvieron los sectarios del Corán, de ir la mujeres con el rostro tapado ocultando la belleza de sus facciones y dejando ver únicamente aquellos ojos grandes y misteriosos en donde brilla la llama de un amor, de una pena o de una querella.


Nota del editor: Al leer, sobre todo la primera parte de esta transcripción: "Mujeres de Vejer", la forma en que se expresa el periodista a algunas personas le podría resultar descortés hacia la mujer, "machista", es decir, que muestra una actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres. Su vocabulario es propio de aquellos años, recordad que fue escrito en 1930, hoy, a Dios gracia, superados.
Transcrito por
Gonzalo Díaz-Arbolí

Con mi agradecimiento al documentalista, José Guerrero Castro que me envió la crónica.


29.1.25

Los hermanos Machado, Manuel y Antonio, la verdadera historia

Antonio y Manuel Machado Ruiz
Con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Manuel Machado, 29 de agosto de 1874, Sevilla - 19 de enero de 1947, Madrid y de su hermano Antonio, Sevilla, 26 de julio de 1875 - Colliure, Francia, 22 de febrero de 1939, se ha celebrado en Sevilla la exposición: "Los Machado. Retrato de Familia".
Dicha exposición pretende acabar con el tópico de que los hermanos poetas, Manuel y Antonio Machado, siempre han sido comúnmente reconocidos como el reflejo de las dos Españas. Se creía que había una enemistad entre ambos basada en discrepancias ideológicas.  

El Rey Felipe VI en la inauguración de la exposición 'Los Machado. Retrato de familia',

Hubo un tiempo en el que Antonio no era el más famoso de los Machado. No era él quien eclipsaba, sino el eclipsado por su hermano Manuel. El mayor de cinco hermanos apenas se llevaba un año con Antonio. Ambos crecieron en el seno de una familia culta, formados en la Institución Libre de Enseñanza, sus caminos avanzaron paralelos hacía la creación literaria. Competían entre ellos, se admiraban mutuamente, incluso, escribieron juntos varias obras teatrales. Pero de los dos, era Manuel quien marcaba los pasos, reconocido como uno de los poetas y dramaturgos más importantes de la Generación del 98. Sin embargo, al final de su vida, su figura quedó empañada y su obra fue relegada al olvido por motivos ideológicos.

La relación de ambos nace en aquellos días azules de Sevilla, los de su infancia. Como cuenta el catedrático de Literatura de la Universidad de Jaén, Rafael Alarcón Sierra, que ha desempolvado y leído parte del legado machadiano que conserva la Fundación Unicaja en Sevilla, la amistad, el cariño y el apoyo que se profesaban los hermanos era mutuo. Dada su escasa diferencia de edad, su camino creativo camina a la par. "Sobre su confrontación ideológica se ha escrito mucho, pero no había tal cosa en la vida personal de ellos”, apunta el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar. “Lo que sí es cierto es que cada uno defendía y respiraba sus propias convicciones republicanas”.

Lejos de competir entre ellos, quisieron poner en conjunto sus mentes creativas. Manuel fue nombrado en 1925 director del Palacio de Bibliotecas y Museos Municipales. Un puesto que le otorgó la libertad económica necesaria, aunque le robó tiempo para escribir, apartándolo de la poesía. Es entonces, cuando comienza a interesarse más por el teatro y decide hacerlo junto a su hermano Antonio. Juntos escribieron un total de ocho comedias, una producción que se vio interrumpida por el estallido de la guerra y que dejó sin representar La diosa razón, una obra que demuestra la maestría en el teatro de los hermanos Machado y cuyo texto no vio la luz hasta 85 años después de ser escrita, conservada en el legado de la familia.

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Adelfos de Manuel Machado. Dedicado a Miguel de Unamuno

Ambos fueron designados para ocupar sendas plazas en la RAE. Ahora bien, solo el hermano mayor llegaría a ser académico de número.
La elección de Antonio como académico se produjo en marzo de 1927. Cuando Unamuno felicita al poeta por su elección, este se lo agradece, pero añade (y no es falsa modestia): “Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo a quien no tiene narices”. Antonio no cumplió el requisito exigido para ello: la lectura de un discurso de ingreso.

Se ha desmentido los tópicos sobre la posible enemistad entre hermanos. También la supuesta desigual en calidad literaria, los dos son muy diferentes pero ambos son dos "grandes poetas".

Finalizamos con los Retratos de los dos hermanos. 
El poema con el que el propio Manuel perfilaba los trazos de quién era:

“Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...”

y el retrato de Antonio:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignó Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habitó,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. 

¿Qué significa los días azules? El azul remite a la añoranza, a los días pasados y también a la tristeza. Los tonos azules formar parte de la voz poética de Antonio Machado, cuando el mar toma importancia en sus versos, cuando el Mediterráneo hace que el poeta reflexiones, cuando los cielos de las distintas etapas reinan en la consciencia del poeta sea en Soria, Madrid o Baeza.

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Los reporteros | "Los Machado. Retrato de familia", vida y obra de los hermanos poetas

Fuentes: 
https://elpais.com/opinion/2025-01-24/los-hermanos-machado-y-la-academia.html
https://www.rtve.es/television/20241013/manuel-machado-hermano-antonio-machado-rivalidad-traicion-verdadera-historia/16282114.shtml

Gonzalo Díaz-Arbolí

24.1.25

Poetas y reflexiones de la vejez

 


Si alguna persona quiere escuchar este hermoso y extenso poema de José Saramago, en lugar de leerlo,
hagan clic en la siguiente imagen.

¿QUÉ CUÁNTOS AÑOS TENGO?

¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo
otros «que estoy en el apogeo».
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!…
¡Estás muy viejo, ya no podrás!…
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.. ¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas… ¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo sesenta, setenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!… ¿A quién le importa?
¡Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!
Qué importa cuántos años tengo.
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

José Saramago



NO ESTABA LEJOS, NO ERA DIFÍCIL

Ha llegado este tiempo
cuando ya no hace daño la vida que se pierde,
cuando ya la lujuria es tan sólo
una lámpara inútil, y la envidia se olvida.
Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias,
y no es un tiempo de llegar
sino de irse. El amor, ahora,
por fin coincide con la inteligencia.
No estaba lejos,
no era difícil. Es un tiempo
que no me deja más que el horizonte
como medida de la soledad.
Un tiempo de tristeza protectora. 
Joan Margarit



AQUÍ NO HAY VIEJOS, SIMPLEMENTE NOS LLEGO LA TARDE ..

Aquí no hay viejos
Solo, nos llegó la tarde:
Una tarde cargada de experiencia
Experiencia para dar consejos.
Aquí no hay viejos
Solo nos llego la tarde.
Viejo es el mar y se agiganta.
Viejo es el sol y nos calienta.
Vieja es la luna y nos alumbra.
Vieja e s la tierra y nos da vida.
Viejo es el amor y nos alienta.
Aquí no hay viejos
Solo nos llegó la tarde.
Somos seres llenos de saber.
Graduados en la escuela.
De la vida y en el tiempo.
Que nos dio el postgrado.
Subimos al árbol de la vida.
Cortamos de sus frutos lo mejor.
Son esos frutos nuestros hijos.
Que cuidamos con paciencia.
Nos revierte esa paciencia con amor.
Fueron niños son hombres serán viejos.
La mañana vendrá y llegará la tarde.
Y ellos también darán consejos.
Aquí no hay viejos
Solo nos llegó la tarde.
Joven: si en tu caminar encuentras.
Seres de andar pausado.
De miradas serenas y cariñosas.
De piel rugosa, de manos temblorosas.
No los ignores ayúdalos.
Protégelos ampáralos.
Bríndales tu mano amiga.
Tu cariño.
Toma en cuenta que un día.
También a ti, te llegará la tarde.
Mario Benedetti


Estos poemas atrapan como una encerrona, parecen una despedida. A los poetas se les viene encima el peso de toda una vida, son conscientes de que el invierno de su existencia ha llegado, se sienten cercanos al final de sus días. Aparece el desánimo o la lucidez de sentir acabarse el tiempo prestado. 
A la muerte, cuando es por longevidad, se llega a través de un paisaje despejado, superados ya los obstáculos y las distracciones que nos depara la vida.

...¡Tengo los años necesarios para perder ya el miedo/y hacer lo que quiero y siento! Qué importa cuántos años tengo....

...Ha llegado este tiempo/cuando ya no hace daño la vida que se pierde,/cuando ya la lujuria es tan sólo una lámpara inútil, y la envidia se olvida...

Y por último el optimismo de Benedetti:
...Aquí no hay viejos, /solo nos llegó la tarde: Una tarde cargada de experiencia/Experiencia para dar consejos...

Y al leerlos pienso: ¿Y por qué no? Pues sí, tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos, porque ya tengo libertad sin ataduras, sin condiciones, sin dependencias…

Gonzalo Díaz-Arbolí

21.1.25

Hoy, 21 de enero de 2025, se cumplen 132 años de la muerte de José Zorrilla


No obstante, aunque todos conocemos su nombre y sus trabajos más importantes, son aún muchos los aspectos que la gran mayoría no sabe. Y precisamente por eso, a continuación, vamos a dar a conocer algunas de las principales curiosidades o particularidades de su vida y obra:

José Zorrilla nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817 en la calle de la Ceniza (hoy calle de Fray Luis de Granada). Aquel niño nació sietemesino y hubo de ser bautizado de urgencia con el ‘agua de socorro’, bajo la alarmada mirada de sus padres, don José y doña Nicomedes; su tío canónigo, Zoilo Moral; y las sirvientas Bibiana y Dorotea. La leyenda dice que, cuando se produjo el feliz alumbramiento, un pájaro de vistoso plumaje se posó en las tapias del jardín de la casa familiar, como queriendo anunciar que el recién nacido llegaba no con un pan sino con una lira bajo el brazo.
Su padre, un absolutista ferviente, marcó con su intransigencia las relaciones con su hijo. Estudió en el Real Seminario de Nobles de Madrid regentado por los jesuitas, y allí comenzó a leer a Chateaubriand, a Walter Scott y a Fenimore Cooper, y a escribir sus primeros versos.
Con 15 años, Zorrilla fue enviado por su padre a estudiar leyes en la Real Universidad de Toledo, encomendando a un pariente suyo, residente allí, que lo vigilase. El joven Zorrilla no tardó en dar muestras de su poco interés por el derecho y del magnetismo que la poesía ejercía sobre él. Es más, huyó de su casa después de robar una mula para llegar a Madrid y ahí comenzó su andadura como escritor.

Su vida es un guion de película arquetipo de un romántico del XIX (¡cuantos personajes de nuestra Historia son fabulosos y desconocidos!) Comienza a escribir con éxito, se casa con una viuda 17 años mayor que él, tiene una hija que muere con un año, su matrimonio fracasa y se exilia en Francia y después en México y más tarde en Cuba.

El 15 de febrero de 1837, un aspirante a las letras recitaba ante el féretro de Mariano José de Larra un poema a su memoria, causando una honda impresión en todos los presentes. «Ese vago clamor que rasga el viento / es la voz funeral de una campana...», comienza la elegía «A la memoria del joven literato Mariano José de Larra». Indican los manuales, siguiendo lo referido por el autor, que a partir de entonces comenzó a firmar en los periódicos El Porvenir y El Español, y luego pasó a los teatros. En 1837 apareció su primer libro: Poesías.

Bajamos a la bóveda, contemplamos al muerto, a quien yo veía por primera vez, a todo nuestro despacio, admirándonos la casi imperceptible huella que había dejado junto a su oreja derecha la bala que le dio muerte; cortóle Álvarez un mechón de cabellos y volvimos a la Biblioteca, bajo la impresión indefinible que dejaban en nosotros la vista del cadáver y el relato del suceso. 
(Zorrilla, 1998:22)

Entre 1839 y 1850 compone el grueso de su producción, entre ellas Don Juan Tenorio, su obra cumbre, que no solo es un clásico de nuestra literatura sino uno de los trabajos de dramaturgia más representados en los escenarios españoles por parte de numerosas compañías de teatro. Eso sin olvidar que una de las frases literarias que todo el mundo conoce es la emblemática:  ¿No es cierto ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla, y se respira mejor.
Aunque la mencionada obra fue la más importante que realizó, no fue precisamente la que le dio dinero. Y es que cuando se estrenó no logró el éxito esperado. Tanto es así que Zorrilla no dudó en vender los derechos de autor de la misma. Una acción de la que luego se arrepentiría cuando empezó a descubrir que, poco a poco, fue convirtiéndose en el boom que todos conocemos.
Tardó únicamente ocho días en escribir por completo Don Juan Tenorio.


Vuelve a España tras enviudar, y es acogido con verdadero entusiasmo. Recibe honores y reconocimientos. Se casa con una jovencita 30 años menor que él.
Las mujeres, que le volvían loco y le hicieron abandonar sus parejas para comenzar una nueva vida en varios países, y su capacidad para tener deudas constantes fueron dos de las claves de su existencia.
En todo momento mantuvo una dura relación con su padre, pues nunca llegaron a ponerse de acuerdo en nada. Y esa fue una losa en vida para José Zorrilla, incluso después de que su progenitor falleciera sin perdonarle que hubiera decidido dedicarse a la literatura en lugar de a lo que él le había marcado.
Se considera que este autor tuvo una personalidad inocente, infantil en muchas ocasiones, y que también se caracterizaba por el valor que le daba a la amistad.
Entre sus frases más célebres nos topamos con algunas como “yo en mi patria sólo llevo mis versos por capital" o "a buen juez, mejor testigo".

Tras una enfermedad de tres años murió en Madrid, la mañana del 21 de enero de 1893, y una muchedumbre acudió a su entierro.

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El aspecto más evidente de la lírica de Zorrilla es descriptivo, la meditación histórica y a la vez estética del poeta le lleva a deplorar la decadencia presente y la abulia del pueblo español, representadas por las desoladas ruinas de castillos y torres, símbolo de un pasado glorioso, y en «A un torreón», «La torre de Fuensaldaña» y «Un recuerdo de Arlanza», su obra maestra de fusión de paisaje histórico y sentimental, la evocación se entrelaza con la nostalgia de la infancia y de los amores juveniles. En estas poesías, lo mismo que en las leyendas, está presente el tema del paso implacable del tiempo demoledor:

Ese montón de piedras hacinadas,
morenas con el sol que se desploma,
monstruo negro de escamas erizadas
que alienta luz y música y aroma;
a quien un pueblo inválido rodea
con pies de religión, frente de miedo,
que tan noble lugar mancha y afea,
es catedral de lo que fue Toledo.
(«Recuerdos de Toledo», I, 1943, 65)

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Declaración de Don Juan Tenorio a Doña Inés. Acto IV. Escena III. "No es cierto ángel de amor..."
Francisco Rabal y Concha Velasco.

Gonzalo Díaz-Arbolí

15.1.25

El violín es uno de los instrumentos más populares de todos los tiempos

El violín transmite un sonido mágico e inigualable, por lo que se ha convertido en el instrumento favorito de numerosos músicos que ven en él la posibilidad de transmitir sus más íntimos sentimientos. A lo largo de la historia, numerosos violinistas han acaparado el interés de los amantes de la música, y aunque no todos han logrado pasar a la posteridad, durante sus vidas han disfrutado el placer de generar conmovedores sonidos a través de un violín. Para que comprendan un poco la maravilla que implica tocar este instrumento, hoy recordamos a uno de los desconocidos virtuosos violinistas españoles:


Antonio Brosa i Vives (La Canonja, Tarragona, 27 de junio de 1894. 

Hijo de un director de banda, comenzó sus estudios musicales en Barcelona y los continuó en Bruselas. Se instaló en Inglaterra en 1914. En 1936, durante el Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea, estrenó en Barcelona la Suite, op. 6 de Benjamin Britten, con el propio compositor acompañándole al piano. Mantuvo una profunda amistad con Britten, quien apreciaba mucho las cualidades musicales de Brosa y alabó su técnica y su musicalidad​ Britten le consultó a Brosa las dificultades que le iban surgiendo mientras componía su concierto para violín. El propio Brosa fue el encargado de estrenarlo el 28 de marzo de 1940 en el Carnegie Hall de Nueva York, junto a la Orquesta Filarmónica de Nueva York y John Barbirolli. Esta interpretación lanzó la carrera de Brosa como solista internacional. Posteriormente, en los años cincuenta, Brosa grabó este concierto de Britten. (No ha sido posible encontrar esta grabación)
Interpretó a menudo obras de autores contemporáneos, como del citado Britten, de Michael Berkeley, de Robin Milford, de Edmund Rubbra y de Michael Tippett.
Fundó el Brosa String Quartet en Londres y posteriormente formó parte del Pro Arte String Quartet en Estados Unidos. Tocaba un violín estradivario llamado «Vesuvio», que en 1968 pasó a propiedad del violinista británico Remo Lauricella.

The Brosa String Quartet [Antonio Brosa (violin), Hyam Greenbaum (violin), Leonard Rubens (viola) and Anthony Pini (cello)] play Mozart, recorded in London c. December 1928.

Residió durante muchos años en Gran Bretaña, donde fue profesor del Royal College of Music y formó a numerosos violinistas. Brosa hablaba con fluidez cinco idiomas.​
Actualmente, una calle de La Canonja está dedicada a Antonio Brosa.
Falleció en Barcelona, el 23 de marzo de 1979.

  Andante del Concierto para violín de Mendelssohn en 1937

Fuentes: Wikipedia


Gonzalo Díaz-Arbolí

9.1.25

Las canciones de Bilitis, poemas eróticos.


La intención del editor se centra en la música, que podrán escuchar en los vídeos que ilustran la "entrada".
En 1894 Pierre Louys publicó Las canciones de Bilitis, una colección de poemas eróticos traducidos del griego, divididos en bucólicas, elegías y epigramas, los cuales habían sido escritos por una poeta griega de la isla de Lesbos. Poco tiempo después, la crítica y los especialistas descubrieron el engaño: Bilitis no fue su autora, ni mucho menos había nacido en Lesbos, ni fue contemporánea de Safo como se creía a partir de las indicaciones dadas por Louys en la biografía apócrifa que abre su libro. El juego del autor francés es hoy anecdótico, pueril quizá, mas no exento de gracia. Acrecentó en todo caso los matices de un libro que hoy resulta imprescindible y casi sagrado por la experiencia estética inolvidable que logra poner en evidencia, sobre todo porque dicha experiencia despliega el registro de una vida como flujo del erotismo.

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Un recorrido por algunos de los cuadros de pintor Steve Hanks

Bilitis nunca existió. Es mejor así. El cumplimiento mítico, el encantamiento de sus palabras son completamente ajenos a la relevancia de una realidad histórica. Lo que importa son los énfasis de la carne, el deseo, el amor. Las canciones de Bilitis exponen el esplendor y la ruina del cuerpo, la existencia y su espectro erótico. Describen la vida de una mujer, cualquier mujer: una campesina, una cortesana, una prostituta, ¿qué importa qué haya sido? Señalan su piel, sus anhelos, su dolor, su belleza, su ocaso.

Bilitis es la mujer ennoblecida por su mortalidad, ese fracaso en el cual todos caemos. Ama como aman los dioses que saben su pérdida, y en esa plenitud el libro ilustra con suficiencia los goces de Eros. ¿Será el amor una ausencia? ¿Búsqueda y espera de lo amado? En este libro, Louys logra consolidar en varios escenarios y temporalidades una erótica que fluye hacia su hundimiento. Sí, vertiginoso, colmado por los obsequios del triunfo de la carne y la mortalidad. Bilitis, amante dichosa y sufriente. Sed, profundidad, desequilibrio, goce, sufrimiento, risa, nostalgia. Dones de pétalos, besos de musgo, vinos ocres sobre labios de fuego.

Demarcan estas canciones una intensidad expositiva contundente. Nunca decaen, nunca fatigan. La condensación de las palabras hacia una sutil tensión –el erotismo es siempre tensión– que modula el tiempo, el límite y la carencia. Bilitis representa la promesa de la vida, ondulante sucesión de ofrecimientos que se diluyen entre la carne y su evasión. Besos dados y perdidos conjugan el anhelo, esa liviana espera y sucesiva búsqueda diluida entre los días del fértil entusiasmo y las ruinas del alma abandonada. El amor, ese espectro que no cura el vacío de donde nace siempre: equívoca margen del cuerpo, inextinguible sed del espíritu. El amor se traduce en melancolía, en la presencia radical de nuestros límites.

Una mujer se envuelve en lana blanca. Otra se viste
de seda y de oro. Otra se cubre de flores, de hojas verdes de uvas.

Yo sólo sabría vivir desnuda. Amante mío, tómame
como soy sin ropas, ni joyas ni sandalias, he aquí Bilitis tal como es.

Mis cabellos son negros de su negrura y mis labios rojos
de su rojo. Mis bucles flotan a mi alrededor libres como plumas.

Tómame tal como mi madre me hizo una noche de amor
lejana y, si te gusto así, no olvides decírmelo.

En ellos Louÿs despliega toda su erudición y su conocimiento de los textos poéticos griegos. Es el amor por la lengua, un estilo sencillo que permite desplegar una gran fuerza al servicio de la sensualidad y del amor sáfico. Aunque la mayor parte de Las canciones de Bilitis son originales, bastantes poemas son epigramas reconstruidos de la Antología Palatina y algunos versos están tomados de la propia Safo. Los propios poemas son una mezcla de lánguida sensualidad y un estilo muy acabado a la manera Parnasiana, aunque hay cierto subtexto galo del que Louÿs no pudo desprenderse del todo.
Al igual que sucede con la mayor parte de sus obras, Pierre Louÿs completó las Canciones de Bilitis con otros poemas en prosa del mismo tipo, pero en los que se acentuaba el aspecto erótico. Estas Canciones secretas de Bilitis sólo se publicaron después de la muerte del autor. 
Tienen marcadas influencias de los poetas griegos, los latinos del Cantar de los cantares bíblico y de poetas árabes como Al-Nafzawi.

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Bilitis por la Orquesta "La Francis Lai"  (Del concierto: 13 Días en Japón -en directo desde Tokyo)

Fuente: Wikipedia
El vuelo de la lechuza, Alfredo Abad, 6 oct. 2019
Gonzalo Díaz-Arbolí

6.1.25

PRÓLOGO DEL POEMARIO DE MANUEL MANZORRO "CAMPO ADENTRO"


La obra artística de Manuel Manzorro ha estado siempre vinculada a la pintura y al grabado. Su impresionante trayectoria se ha visto reconocida con innumerables premios y honores que así lo avalan. Sin embargo, para novedad de todos, tenemos ahora entre las manos una recopilación de su poesía –tan desconocida como sorprendente– que complementa a la perfección su universo pictórico, porque dibuja, esta vez con palabras, el mundo rural de Vejer que es, sin duda, la esencia de su obra.

Se trata de treinta y cinco poemas que discurren desde el monólogo intimísimo y personal, hasta el diálogo con la memoria viva de aquellos personajes que han marcado su vida, para culminar con una muestra de sonetos de gran maestría formal con los que se cierra el poemario. La palabra se acompaña a su vez de ilustraciones con las que el artista, usando diferentes técnicas, pone imágenes a los poemas, resultando finalmente una suerte de original catálogo diseñado con un generoso propósito: servir de homenaje total a la figura señera de Juan Relinque -protector y defensor de los campos de Vejer- con quien Manuel Manzorro se ha sentido siempre en deuda.


Esta propuesta -que conjuga su obra poética y pictórica- responde realmente a un mismo impulso creativo que se nutre de la observación y de las vivencias de la plenitud de su infancia en Patría y que obedece a un concepto amplio del arte que se sustenta lo mismo en las formas, las texturas y los colores como en las palabras. En cualquier ámbito, Manzorro es capaz de traspasar la experiencia vital del campo a un lenguaje artístico que, a través de una percepción extremadamente sensitiva, conecta con la emoción latente del recuerdo de la niñez, permitiéndole retratar, de manera prodigiosa, su particular cosmovisión del mundo rural, que ha alentado desde siempre su pulsión creativa.

Su búsqueda incansable de la plasticidad pictórica, la curiosidad por probar nuevas técnicas, en definitiva, el reto artístico de explorar nuevos caminos expresivos encuentra un cauce abierto en la escritura poética. Quien se adentre en estos poemas de Manzorro comprobará su interés consciente y concienzudo por rescatar el lenguaje rural y registrar palabras que emergen del terruño para convertirlas en piedras preciosas, sonoras, preñadas de una fuerza visual impactante que encajan con la expresión lírica de su nostalgia, sirviéndose de ellas para moverse sutilmente por un estado de ánimo que vaga entre la leve exaltación del campo propia de la oda y la dolorida elegía que llora el paraíso perdido. Los términos referidos a la labranza, a los aperos del campo, a las labores rutinarias en la era, a los animales, plantas y enseres que fueron el escenario humilde habitado por este niño de la posguerra, prenden en Manzorro la maravilla por lo cotidiano. En aquellos años de la infancia aprendió sin esfuerzo esas palabras -muchas de ellas ya moribundas- que rescata, alumbra y remoza inmersas ahora en una poderosa corriente de emoción poética. No se conforma con nombrarlas, sino que las recrea para enhebrar con ellas cada estado del alma que encuentra su reflejo en la naturaleza, cada mirada que testimonia el vínculo misterioso entre la tierra y el hombre.


La plasticidad de su pintura también se traduce en sonoridad y métrica -en este sentido, Manzorro trabaja lo mismo el verso libre que los sonetos- pero sobre todo en el empleo audaz de ciertos recursos estilísticos. Observamos en este sentido la abundancia de sinestesias, con las que se combinan sensaciones que se perciben por sentidos diferentes, de manera que su poesía es tremendamente sensitiva, colorida, sonora, visual, plástica: escuchamos trinos de pájaros, la lluvia en el tejado, la risa infantil que busca el abrazo. Olemos el pan del horno, el rescoldo de la hoguera, la fragancia de las hierbas silvestres; presentimos la humedad del campo al amanecer, la intemperie de la noche, el frescor de la parra, la sequedad de la tierra baldía. Apreciamos la paleta del pintor cuando nos muestra la sombra azul de los álamos blancos, el color cenizo del plumaje del ave, el nácar brillante de la luna, el pelaje ocre del animal o el intenso encendido de las flores. Y con toda esta plasticidad exuberante expresa su amor y su tristeza honda, una nostalgia vieja por la vida sencilla y durísima del campo, por la sabiduría telúrica que se hereda como un legado humilde y a la vez poderoso, porque esa ciencia crece silenciosa, frágil pero imparable, como la hierba del campo, como todo lo que germina y nos alimenta y sostiene de generación en generación. En sus versos se evoca -con tremenda ternura y nostalgia, pero sin sentimentalismos- aquella infancia llena de penurias y miserias que se encarna en la palabra gracias a la memoria febril de los sentidos. A veces la infancia es más larga que la vida, escribió Ana María Matute, y ese parece ser el caso de Manuel Manzorro.


Aún hoy, en sus paseos por las hazas de Nájara, herederas de la heroicidad de Juan Relinque -a quien todos los vejeriegos debemos tanto-, la infancia le hace un guiño al poeta-pintor, le envía una postal desde la niñez y de nuevo su memoria le permite verlo todo con la mirada genuina del niño que fue, que aún se maravilla ante la asombrosa policromía de la naturaleza, ante el misterio de la tierra y sus ciclos, ante la pasmosa belleza del campo. La visión de las hazas le activa una imagen guardada en la retina y entonces recupera el color, la textura, también la palabra, y brota –de manantial sereno, como diría Machado- un diálogo íntimo consigo mismo, con la presencia cálida de su madre o con todos aquellos con los que conversa a través de una voz interior que oímos rota por el recuerdo, por la orfandad, por el desconcierto impotente ante el paso del tiempo. Sentimos entonces su “punzada vegetal”, hacemos nuestro su lamento dolorido y rebelde por todo aquello que existió y que apenas se mantiene ya convertido en ruinas: las pobres chozas que fueron hogar, los generosos pozos con brocales roídos por el descuido, los desaparecidos hornos que impregnaron de amoroso olor a pan la hambruna de aquellos años, las lindes que sutilmente dibujaban y transformaban el paisaje, los acebuches centenarios de los que solo quedan sus tocones amputados. Así, se plasma en su obra la observación de los cambios de la naturaleza, del curso sabio de las estaciones en un espacio compartido con animales -salvajes unos, mansos otros- y muy particularmente con los adultos que habitaron aquel tiempo legendario, que a los ojos de un niño se agigantaban con el asombro de lo mítico. La infancia se convirtió, en el caso de Manzorro, en un estado del alma que perdura todavía. Y es curioso cómo, después de haber vivido tantos años en tierras lejanas, inmerso en otras culturas, en otros idiomas, el reclamo sigue siendo el mundo rural de su niñez y en él se ejemplifica, como señaló el poeta Rilke, que la infancia es la verdadera patria.


Le escribió su amigo José Antonio Muñoz Rojas -en la maravillosa carta que sirve de pórtico al poemario- que él mismo es como “un tallo más”, que en su palabra están el vigor y la ternura de la tierra. Poco más se puede añadir. Quizás el propio Manuel Manzorro no sea consciente de que su poesía es también semilla. Sus palabras germinan y su fruto es el amor por el campo y la nostalgia entrañable, desgarradora, por revivir “el imposible”, el paraíso perdido de su niñez. La masa madre de todo cuanto crea, de todo cuanto expresa con creativa voluntad es el recuerdo agradecido de aquellos primeros años de su vida, preñados de asombro y de belleza. Se cumplen en su caso las palabras de Rousseau que aseguraban que lo que uno ama en la infancia permanece en el corazón para siempre.


Olga Rendón Infante

Dra. en Filología Hispánica


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