Lanzarote es sinónimo de volcanes, campos de lava, rocas de formas imposibles, tierras negras y rojizas que contrastan con las típicas casas blancas, el azul del mar y el celeste del cielo. El paisaje de la más oriental de las Islas Canarias se completa con austeras montañas de suave relieve, hermosas playas de arena blanca y dorada, frondosos palmerales… y el silencio, que también forma parte del enigmático paisaje lanzaroteño.
Paisaje de lava |
El desarrollo de Lanzarote se ha realizado de manera sostenible y en armonía con el entorno, gracias especialmente a la labor incansable del artista universal César Manrique quien, además de intervenir en el paisaje con su enorme talento, supo transmitir a sus paisanos el amor y respeto por su tierra. Una tierra en la que turismo, arte y naturaleza se dan la mano.
Los paisajes volcánicos de Lanzarote nos despiertan sensaciones únicas. Son inspiradores, enigmáticos, misteriosos… Nos atrapan en una conexión íntima difícil de explicar, nos llenan de energía. ¿Por qué será? ¿Será porque nos muestra el poder de la naturaleza?, ¿porque nos devuelve a los orígenes?
Parque Nacional del Timanfaya |
En Lanzarote también podemos adentrarnos en el fascinante mundo subterráneo creado por las erupciones. Cuevas y túneles volcánicos que pueden visitarse gracias a las actuaciones realizadas de manera respetuosa y sostenible. Espacios como los Jameos del Agua, en el que intervino la mano del genial artista César Manrique, o la Cueva de los Verdes, son claros ejemplos que nos ofrecen la oportunidad de conocer los secretos de las entrañas de la tierra.
Un paisaje vitivinícola único en el mundo |
El paisaje de La Geria es una de las mayores sorpresas que guarda Lanzarote. Una gran extensión cubierta por pequeños fragmentos de negra roca volcánica, expulsados durante las erupciones de Timanfaya, es aprovechada por los agricultores lanzaroteños para el cultivo de la vid. Este material es capaz de retener la humedad de la noche, imprescindible en una isla donde las precipitaciones son escasas. Una técnica tradicional que se completa con los característicos muros de piedra para proteger a las vides del viento, creando así un paisaje espectacular y único en el mundo.
Los Jameos del Agua |
Lanzarote tuvo la suerte de tener al genial César Manrique, un artista polifacético universal que supo como nadie conjugar arte y naturaleza. Defensor a ultranza de los espacios naturales y profundamente enamorado de la isla que lo vio nacer, solo intervenía en ellos para mejorarlos y que se convirtieran en lugares para ser admirados eternamente.
En Lanzarote dejó gran parte de su legado artístico. Quizá el máximo exponente sea los Jameos del Agua, uno de los centros turísticos más visitados de la isla, donde Manrique desplegó toda su genialidad. Este túnel volcánico, con su famoso y espectacular auditorio natural, alberga una formación geológica muy singular, un lago interior originado por filtraciones marinas en el que vive un pequeño crustáceo blanco y ciego, único en el mundo.
Restaurante en El Golfo, pintoresco pueblo marinero |
Siendo la isla diferente, es de esperar que sus pueblos también lo sean. Las sucesivas erupciones volcánicas que han dibujado el paisaje actual han resultado igualmente determinantes para los asentamientos donde se la vida discurre entre volcanes y lava. No ha sido fácil, pero el resultado es inmejorable, tanto para los lugareños como para quienes visitan este inusual territorio insular.
De hecho, en la extensa superficie que ocupa el Parque Natural de los Volcanes únicamente existe un núcleo de población, El Golfo, pintoresco pueblo marinero al que hay que visitar para degustar un exquisito pescado fresco.
En el siguiente vídeo podrán ver algunos de sus paisajes volcánicos, enigmáticos y misteriosos, sus monumentos que hemos visitado durante cuatro días, de norte a sur y de este a oeste, es mágico. El Parque Nacional de Timanfaya campos de lava, rocas de formas imposibles, tierras negras creadas por las erupciones de 1730, cuando estuvieron escupiendo lava durante diez años, contrastan con las típicas casas blancas, que por acuerdo del Cabildo lanzaroteño, solo edifican una planta de blanco inmaculado y sus puertas y ventanas pintadas en verde que contrastan con el azul del mar. Sus montañas son de suave relieve, y sobre todo sorprende el silencio. Es como una paisaje lunar o marciano.
Debemos agradecer a la labor incansable de César Manrique quien, además de intervenir en el paisaje con su enorme talento, supo transmitir a sus paisanos el amor y respeto por su tierra.
Fuentes: Internet, fotografías del autor
Gonzalo Díaz-Arbolí
1 comentario:
Tras esta mágica descripción de la Isla solo queda un propósito, ir a visitarla. Aunque después de leer el artículo y ver las fotos y el vídeo uno siente que ya un poquito la conoce 😍
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