30.4.25

Antonio Machado ‘ingresa’ en la RAE un siglo después con la lectura del discurso que preparaba: “¿Qué es la poesía?”

 


La academia de la lengua homenajea al escritor sevillano con un acto en el que el actor José Sacristán lee el texto que el poeta había escrito en 1931 para ocupar la silla V de la institución y Joan Manuel Serrat canta los temas que versionó del autor de ‘Campos de Castilla

“¿Qué es la poesía?“, se preguntaba, nada menos, Antonio Machado en 1931 en el discurso de ingreso en la Real Academia Española (RAE) que preparaba, pero que nunca llegó a leer. ”¿Qué es la poesía?“, se ha preguntado el actor José Sacristán esta tarde, en el salón de actos de esta institución, en un homenaje al escritor sevillano por el 150 aniversario de su nacimiento, que se cumplirá el 26 de julio. Sacristán ha sido el encargado de declamar un resumen del discurso de Machado, un texto al que “solo le faltaba rematar el final”.

Muñoz Machado abrió un acto en el que había más de 500 invitados, entre ellos la presidenta del Congreso, Francina Armengol. El colofón lo ha puesto quien mejor ha musicado los versos de Machado, Joan Manuel Serrat, que ha cantado, acompañado del pianista Ricardo Miralles, cuatro temas: Retrato, Llanto y coplas, La saeta: 

“Oh, no eres tú mi cantar
 No puedo cantar ni quiero
A ese Jesús del madero
Sino al que anduvo en la mar”.
 Y Cantares: 
Al andar se hace camino
 Y al volver la vista atrás
 Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar
Caminante no hay camino, sino estelas en la mar”.

En su discurso, Machado empezaba disculpándose con los académicos que lo iban a escuchar: “Perdonadme que haya tardado más de cuatro años en presentarme ante vosotros”. El autor de Campos de Castilla había sido elegido para la silla V de la academia, el 24 de marzo de 1927, “en circunstancias un tanto enrarecidas”.  A Machado lo habían avalado tres académicos, como manda el reglamento de la casa: José Martínez Ruiz, Azorín; Ricardo León y Armando Palacio Valdés, para un honor al que aspiraba a la vez el político Niceto Alcalá-Zamora (que el 2 de diciembre de 1931 sería elegido presidente de la República).


¿Por qué había dejado pasar Machado esos “más de cuatro años” para escribir su discurso? Actualmente, se da un plazo de dos años al electo para el solemne momento del ingreso. “Es un plazo dispensable, no se aplica esa caducidad”, apuntaba Muñoz Machado.

El poeta justificaba esa demora: “Todo ese tiempo ha sido necesario para que venza yo ciertos escrúpulos de conciencia. Tengo muy alta idea de la Academia Española [...]. Me habéis honrado mucho, demasiado, al elegirme académico, y los honores desmedidos perturban siempre el equilibrio psíquico de todo hombre medianamente reflexivo”.  Machado traza en él un autorretrato de su proverbial modestia. “No creo poseer las dotes específicas del académico. No soy humanista, ni filólogo, ni erudito. Ando muy flojo de latín, porque me lo hizo aborrecer un mal maestro. Estudié el griego con amor, por ansia de leer a Platón, pero tardíamente y, tal vez por ello, con escaso aprovechamiento”. Y ahondaba en su semblanza: “Pobres son mis letras [...], pues aunque he leído mucho, mi memoria es débil y he retenido muy poco. Si algo estudié con ahínco fue más de filosofía que de amena literatura”.

Sin embargo, las circunstancias le obligaban a ponerse manos a la obra: “Vosotros me hicisteis académico y no debo yo insistir sobre el tema de mi ineptitud para serlo. Algo habrá en mí que a vuestra dilección me recomienda. Además, yo acepto el honor que me habéis conferido como un crédito que generosamente me otorgáis sobre mi obra futura. A reconocer esta deuda vengo a vuestra casa, confiado en que, al lado vuestro, podré mostraros al menos cuánto es sincera mi voluntad de pagarla”.

¿Qué es poesía?, se había preguntado Machado ocho años antes. “Sin el examen de conciencia a que el acto de presentarme ante vosotros me obliga, la poesía no hubiera sido para mí un tema de reflexión. Con excepción de algunos poetas, las bellas letras nunca me apasionaron”, confesaba. “Quiero deciros más: soy poco sensible a los primores de la forma, a la pulcritud y pulidez del lenguaje, y a todo cuanto en literatura no se recomienda por su contenido”.

Así se acercaba al meollo de la cuestión. “Lo bien dicho me seduce sólo cuando dice algo interesante, y la palabra escrita me fatiga cuando no me recuerda la espontaneidad de la palabra hablada”. Al escritor la poesía que sonaba bien al oído no le interesaba si no estaba acompañada de hondura filosófica y del aliento del ser humano. “Amo a la naturaleza, y al arte sólo cuando me la presenta o evoca, y no siempre encontré la belleza allí donde literariamente se guisa”.

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José Sacristán 'revive' a Antonio Machado en la RAE

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SERRAT CANTA A MACHADO EN LA R A E

Fuente: Resumen, Díario El País, 29-4-2025
Youtube
Gonzalo Díaz Arbolí

24.4.25

Franz Schubert: Introductor del romanticismo musical

 


Franz Schubert fue un gran músico nacido en Viena, pianista genial y compositor, con trastorno bipolar, vida disoluta, posible sífilis que, en un brevísimo espacio de su diminuta vida, hilvanó una serie de composiciones que lo colocan entre los genios de la música. La vida de los románticos siempre ha sido muy breve, tal vez por vivirla con enorme intensidad. Murió a la temprana edad de 31 años.

Los cuatro Impromptus del Opus 90, compuestos en el verano de 1827, son quizás las "piezas pequeñas" de Schubert que han adquirido mayor popularidad. De uso extendido ya por aquella época, la "forma" impromptu, se caracteriza por ser completamente libre, es casi una improvisación.
La mano derecha se lleva aquí casi todo el trabajo, con el dedo meñique o "quinto dedo" encargado de la melodía y los demás comprometidos en el acompañamiento arpegiado, que debe mantener, digámoslo así, un "bajo perfil" durante toda la pieza. La mano izquierda sostiene el bajo que en algunos momentos se vuelve protagónico sumando una pequeña cuota de dramatismo en esta pieza esencialmente sencilla.

La versión del maestro Vladimir Horowitz, pianista inseguro de su técnica pero extraordinario por la excitación emocional de sus interpretaciones que hace sentirnos reconciliados con nosotros mismos, y a la vez, percibir los arcanos y variables misterios de la música. Muere con 86 años. En esta grabación tenía 85 años y más que tocar el piano, se diría que lo acaricia.



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Vladimir Horowitz interpreta el Impromptu Op.90 No.3 de Schubert 

El 29 de enero de 1826, se estrenó el Cuarteto de cuerdas Nº 14 en re menor, más conocido como La muerte y la doncella.
El cuarteto debe su nombre a su apodo, ya que su segundo movimiento es un tema y variaciones de un movimiento basado en una canción titulada « La Muerte y la Doncella» , una canción que Schubert compuso en 1817 cuando tenía veinte años. La canción tiene como escenario un poema de Matías Claudio, en el que la Muerte viene a reclamar a una adolescente que no está dispuesta a irse en silencio. En la primera estrofa, canta:
¡Pasa, ay, pasa!
¡Vete, esqueleto salvaje! ¡
Aún soy joven, vete, ay, cielos!
Y no me toques.

En la segunda estrofa, la Muerte busca calmarla y disipar sus miedos:
Dame tu mano, bella y tierna criatura;
soy tu amiga y no vengo a castigarte.
¡Ánimo! No soy salvaje;
dormirás plácidamente en mis brazos.

La canción comienza y termina con un pasaje lento, solemne y similar a una marcha, interpretado al piano, es  celestial. 


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Cuarteto para cuerda N° 14 en Re menor, D. 810: "La muerte y la doncella" - 1. Allegro

Fuente: Wikipedia, youtube
Publicación: Robert Greenberg
Gonzalo Díaz-Arbolí

17.4.25

Joaquín Turina. Compositor y musicólogo representante del nacionalismo e impresionismo español en la primera mitad del siglo XX.


El blog "Desde mi rincón del arte", en su empeño e interés de dar a conocer a los personajes cuyo valor, esfuerzo y talento debemos reconocer. Hoy le dedica esta entrada al: Compositor y musicólogo representante del nacionalismo e impresionismo español en la primera mitad del siglo XX.

Nació en Sevilla el 9 de diciembre de 1882. Su padre, Joaquín Turina y Areal, era un pintor costumbrista, y su madre, Concepción Pérez, era hermana de la Divina Pastora de Cantillana y cantaba en el coro de mujeres de su hermandad.​

Desde pequeño fue conocido como un niño prodigio. Con tan solo cuatro años improvisaba virtuosamente en el acordeón que le había regalado una de sus criadas. Tuvo la oportunidad de recibir sus primeras clases de música en el Colegio del Santo Ángel y era el encargado de acompañar al coro de niñas.
En el colegio de San Ramón cursó el bachillerato y empezó los estudios de piano con Enrique Rodríguez. Evaristo García Torres, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla, fue quien le enseñó gran parte de los conocimientos de armonía y contrapunto que el compositor puso en práctica en sus obras artísticas.
Turina guardaba muy buen recuerdo de su mentor Evaristo García. Con estas palabras mostraba su afecto a su profesor: «Tenía un talento superior al de Eslava». O también:
«Permitidme un recuerdo a la, para mí, queridísima memoria de D. Evaristo, mi primer maestro, cuyas obras, algo italianas, pero de ingenuidad y pureza admirable, conservo copiadas por mi mano como apreciable tesoro del más venerable de los sacerdotes y de los músicos».
Después de revelarse como pianista en la capital andaluza, a los veinte años se trasladó a Madrid con la maleta llena de partituras juveniles, entre ellas una ópera - La sulamita - que soñaba con estrenar en uno de los teatros de la capital. En Madrid pasó tres años en íntimo contacto con Manuel de Falla, con quien, además de las clases de piano en el Conservatorio con el maestro Tragó, comparte proyectos e ilusiones.

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Nikita Volov - Joaquín Turina: Danzas Gitanas op. 84 pour piano

En otoño de 1905, siguiendo el ejemplo de su amigo, marcha a París y convive con él en el mismo hotel, pero su orientación musical no es la misma que la del compositor gaditano, pues decide ingresar en la Schola Cantorum para estudiar piano con Moszkowski y composición con D’Indy. Pero por consejo de Falla y, sobre todo, de Albéniz, abandona la línea impuesta por la Schola para dedicarse a escribir música netamente española que le abriría las puertas del éxito.

En 1912 compuso una de sus obras capitales: La procesión del Rocío, poema sinfónico estrenado en Madrid con gran éxito en marzo de 1913. Al año siguiente fija definitivamente su residencia en Madrid, desarrollando una intensa actividad musical en todas las áreas: composición, dirección de orquesta en varios ballets de Diaghiliev, interpretación como pianista solista, acompañante o de cámara; catedrático de composición en el Conservatorio, crítico musical y director de la Comisaría de la Música.

                         La procesión del Rocío, con ese gran protagonismo de los instrumentos de Viento (metales y maderas) y ese guiño al Himno de España, que no puede ser mas nacionalista.

En 1926 fue Hijo Predilecto de la ciudad de Sevilla. Ese mismo año obtuvo el Premio Nacional de Música. En 1935 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, en 1941, comisario de la Música. Los homenajes, reconocimientos y viajes se sucedieron sin cesar. Publicó en 1917 la Enciclopedia abreviada de la Música y en 1946 el Tratado de composición, además fue autor de numerosos artículos, críticas y conferencias. La última obra de su catálogo es la pieza pianística titulada Desde mi terraza que lleva el número de opus 104 y está fechada en 1947.

Desde Mi Terraza, Op. 104 (1947) - II. Armonias De La Ciudad · Joaquin Turina · Antonio Soria

Turina nunca dejó de ser fiel a esa corriente artística, con absoluto dominio de la técnica asociada con un marcado lirismo y un gracioso pintoresquismo impresionista. Los ritmos empleados en sus composiciones provienen, en su mayor parte, de la tradición andaluza, flamenca o gitana. En ocasiones, también es posible encontrar referencias de diversa música tradicional del resto de España como el pasodoble, el zorcico, propio del País Vasco, o la jota, propia de los territorios que integraron la antigua corona de Aragón.

Exaltación es la primera de las tres Danzas fantásticas (1919) Op. 22 de Joaquín Turina. Está basada en una jota aragonesa. Como en las demás danzas, el compositor extrajo una frase del libro la Orgía de José Mas. La de Exaltación dice: «Parecía como si las figuras de aquel cuadro incomparable se movieran dentro del cáliz de una flor»

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Danzas fantásticas I: Exaltación - Turina (Alicia de Larrocha)
Gonzalo Díaz-Arbolí


14.4.25

Día Internacional del Beso, 13 de abril




Cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso, una fecha que va mucho más allá de la simple manifestación de afecto. Este gesto, tan común como profundo, es capaz de provocar una verdadera revolución emocional y física en el cuerpo humano. Aunque el beso se asocia con el amor romántico, su impacto alcanza diversas áreas de la salud mental y emocional. Desde aliviar el estrés hasta reforzar vínculos afectivos, besar no solo es una expresión de cariño, sino también un poderoso modulador del bienestar psicológico.
Aunque estos efectos suelen asociarse al beso romántico, otros tipos de besos, como los que se dan entre familiares o amigos cercanos, también generan beneficios similares, especialmente cuando hay una fuerte carga emocional o un lazo afectivo consolidado. En todos los casos, el beso actúa como un canal de consuelo, alivio y contención emocional.
Este vínculo no se limita únicamente al plano romántico. Besar a un hijo, por ejemplo, refuerza el sentimiento de seguridad en el niño y alimenta su desarrollo emocional. Los besos entre amigos íntimos o familiares también consolidan relaciones profundas y afectuosas, fortaleciendo redes de apoyo emocional esenciales para la salud mental.
En definitiva, el beso es un gesto universal que trasciende culturas y generaciones. Su poder psicológico radica en su capacidad de generar bienestar, reducir tensiones y consolidar relaciones humanas. En un mundo que a menudo subestima lo afectivo frente a lo racional, recuperar el valor del beso es también una forma de cuidar nuestra salud emocional.


Besos en el cine. Cine Paradiso

Cinema Paradiso fue una de las películas más galardonadas de 1988, su principal premio comercial fue el Oscar de Holywood, pero también fue premiada en festivales más cinéfilos como el de Cannes dónde su director obtuvo el premio especial del jurado o el festival de Berlín de 1990 dónde la película se llevo el premio a mejor película extranjera. Pero Cinema Paradiso no olvida la máxima de que el cine es arte y en esta película se habla y se muestra destellos de espíritu artístico
Cinema Paradiso habla principalmente de sentimientos y lo hace de una forma bella y positiva. Habla de amor con una historia que se tuvo que convertir en platónico una vez que ya había sido empírica, nos referimos a la relación entre Elena y Totó. Una relación de amor verdadero en la que los dos realmente se querían.
Habla en definitiva de la vida y de la lucha por vivir y de cómo las circunstancias no se deben interponer en la consecución de aquello que hemos sido capaces de imaginar para nosotros mismos.

Secuencia del beso en el película "Cinema paradiso" versión italiana.

Final de la Película

Besos en la literatura:

GAYO VALERIO CATULO. (87-54 a. C.)

Tal vez el mejor poeta de la literatura amorosa latina. Y el más influyente. Se cree que Catulo nació en Verona. Se supone que su familia estuvo próxima a Julio César, a quien critica con descaro. Se estableció en Roma hacia el 62 a.C., donde se unió al grupo de los poetas neotéricos, jóvenes escritores que emulaban las formas métricas de los poetas griegos de Alejandría (Egipto). Entre ellos, Helvio Cinna, Licinio Calvo, Valerio Catón, Cornificio, Furio Bibáculo y los eruditos Marco Terencio Varrón o Cornelio Nepote. Lo poco que ha trascendido de él gira en torno a su relación con la mujer de su vida literaria: Lesbia, un nombre supuesto según la moda, que pudo ser Clodia, la hermana de Claudius Pulcher, implicado en algunos escándalos de corte de la época.

Sus Poemas a Lesbia, desgranan las fases del amor que consagran los poetas helenísticos: fascinación, éxtasis, crisis y separación (depresión, rechazo etc.). Su amada por sus textos se imagina el prototipo de “mujer fatal” –bella, culta, sugestiva, pero independiente, ergo infiel-, que induce a la perfección las fases amorosas. No obstante, cabe suponer que la mayor parte de los poetas se inventa las partes de su vida que no están a la altura de su imaginación. En cualquier caso, los poemas sobre Lesbia han mantenido su atractivo generación tras generación. En ellos, se observa el trayecto de la felicidad a la infelicidad y el rencor, expresados con sensibilidad y progresiva ironía y acidez. Al mismo tiempo nos transporta a un mundo erótico y pasional.

Da mi basia mille, deinde centum, 
dein mille altera, dein secunda centum, 
deinde usque altera mille, dinde centum.
 
("Dame mil besos, seguidos de un ciento
luego otros mil, luego un segundo ciento
luego otros mil seguidos, luego un ciento"). 

De esta manera, Catulo se dirigía a su amada en el Carmen V, que millones de estudiantes europeos leen todavía, identificándose con esa misma tristeza. Contra los censores de todos los tiempos, Catulo se lanzaba en busca del amor que concebía como una experiencia vital fundamental.

VIVAMOS ¡Oh! Lesbia mía y amemos;
los rumores severos de los viejos
que no valgan un as todos juntos.
Los soles pueden declinar y reaparecer.
Nosotros, apenas hayan declinado nuestra breve llama
tendremos que dormir una bella noche perdurable.
Se pone y sale el sol, mas a nosotros,
apenas se nos pone la luz breve,
sola noche sin fin dormir nos toca.
Pero dame mil besos, luego ciento,
después mil otra vez, de nuevo ciento
luego otros mil aún, y luego ciento…
Después, cuando sumemos muchos miles,
confundamos la cuenta hasta perderla,
que hechizarnos no pueda el envidioso
al saber el total de nuestros besos.

Se cree que murió joven, puede que a la edad de 30 años. La influencia de la poesía de Catulo no sólo se puede apreciar en la poesía amorosa de los poetas latinos posteriores, como ocurre con Ovidio y Horacio, sino también en los epitalamios de los poetas ingleses del renacimiento, como Robert Herrick, Ben Jonson y Edmund Spenser, y en los neoclasicistas españoles del siglo XVIII, como Meléndez Valdés y Lista.

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Nino Bravo - Un Beso Y Una Flor 1972
Gonzalo Díaz-Arbolí

12.4.25

Significado de la Semana Santa. Música religiosa, Cristobal de Morales.


La Semana Santa es la fiesta cristiana que recuerda los últimos momentos de Cristo en la Tierra: la pasión, la muerte y la resurrección; es decir, desde que llega a Jerusalén proclamado Salvador, hasta que es procesado, muerto y enterrado y resucita. Es un tiempo de reflexión, recogimiento y renovación de la fe. 

¿Por qué cambia la fecha de la Semana Santa? 

Es en el Concilio de Nicea I, en el año 325, donde se llega finalmente a una solución para para la celebración de la Semana Santa. En él se estableció que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas normas:

1. Que la Pascua se celebrase en un domingo.
2. Que no coincidiese nunca con la Pascua judía, que se realizaba independientemente del día de la semana (de esta manera se evitarían paralelismos o confusiones entre ambas religiones).
3. Que los cristianos no celebrasen nunca la Pascua dos veces en el mismo año. Esto tiene su explicación, porque el año nuevo empezaba con el equinoccio de primavera, por lo que se prohibía la celebración de la Pascua antes del equinoccio real (antes de la entrada del sol en Aries).
No obstante, siguió habiendo diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría, si bien el Concilio de Nicea dio la razón a los alejandrinos, estableciéndose la costumbre de que la fecha de la Pascua se calculaba en Alejandría, que lo comunicaba a Roma, la cual difundía el cálculo al resto del cristianismo.
Finalmente, Dionisio el Exiguo (en el año 525), desde Roma convenció de las bondades del cálculo alejandrino, unificándose al fin el cálculo de la Pascua cristiana.
La Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de marzo, y se debe calcular empleando la luna llena astronómica. Por ello puede ocurrir no antes del 22 de marzo y el 25 de abril como máximo.


Música religiosa para este tiempo de reflexión.  
Breve biografía de Cristobal de Morales


Cristobal de Morales, nació en la ciudad de Sevilla, en 1500, donde se formó como niño cantor en el coro de la catedral, de la mano de Pedro Fernández de Castilleja y de Fernando de Peñaloza. Éste último fue el introductor de la técnica flamenca, que influiría en sus composiciones sacras. Pasó diez años en Roma como cantor en el coro del Papa Paulo III. Fue allí donde se ocupó de publicar la mayoría de sus partituras, que tuvieron una influencia decisiva en otros músicos, como Palestrina. A su regreso a España, fue maestro del coro de la Catedral de Toledo. El misticismo de su música ha sido comparado con el de Santa Teresa de Jesús en poesía. Murió en 1553. 

Ha sido considerado como el compositor español más importante de principios del XVI, siendo el principal representante de la escuela polifónica andaluza y uno de los tres grandes, junto a Tomás Luis de Victoria y Francisco Guerrero, de la composición polifónica española del Renacimiento. Contribuyó de manera significativa al repertorio de piezas para la liturgia fúnebre. Su Requiem a 5 voces (o Missa pro Defunctis) fue publicado en Roma en 1554 durante su pertenencia al coro papal, y desde allí se hizo conocido en toda Europa. Esta extraordinaria e impresionante obra se cantó seguramente en México en 1559 como parte de las ceremonias fúnebres por el Emperador Carlos V (casi un exacto contemporáneo de Morales), y también posteriormente en 1598, en el contexto de una Misa de Requiem celebrada en la Catedral de Toledo para honrar la memoria de Felipe II. 
Es, sin duda, el mejor compositor español de toda la primera mitad del siglo XVI, su fama se extendió inmediatamente por Europa, perviviendo hasta nuestros días.

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Misa Pro Defunctis a 5 voces, de Cristobal de Morales
Gonzalo Díaz-Arbolí

11.4.25

Cerro Masatrigo. La rotonda más grande de Europa está en Extremadura


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Cerro Masatrigo, se llama así porque parece un montón de trigo, el mismo que los labriegos de la comarca amontonaban en los erales tras las duras jornadas de trilla de sol a sol, también conocida como la Montaña Mágica.

Como si de una pirámide milenaria se tratara, levantada en unas coordenadas asombrosas que conecta su cima con el cielo, desde arriba parece que vas a tocar las nubes y abrazar la inmensidad del paisaje. El aire allí huele y sabe más puro; el sol brilla más intenso y la brisa acaricia la piel. El Cerro Masatrigo es el monumento natural modelado a capricho de la erosión del tiempo que mejor representa a la comarca de La Siberia Extremeña, una atalaya con vistas al pantano de La Serena que serpentea entre suaves lomas pintadas de verde y cenefas amarillas en primavera y deja ver antiguos puentes otrora cubiertos por las aguas. Para llegar a su cima hay dos rutas a pie: una circular que va bordeando la montaña y otra casi en una línea recta empinada, marcadas con hitos y flechas indicativas. famosa también por las rutas para senderismo que ofrece.

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El promontorio ocupa casi 83 hectáreas, «Es una elevación que representa un cono casi perfecto, convertido en península por las aguas embalsadas del río Zújar», define el texto elaborado por la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad. Su altitud alcanza los 528 metros sobre el nivel del mar, y a cota de máximo llenado del embalse de La Serena, emerge 176 metros sobre la lámina de agua.

Esta colosal infraestructura está situada en la localidad de Esparragosa de Lares, Badajoz, y mide la friolera de 1,3  km, 3 kilómetros de ancho, 400 metros de altitud y 161 metros sobre el terreno circundante. Aunque no está señalizada como una glorieta, al no ser una intersección, este círculo casi perfecto rodea con una carretera al Cerro,   

Tras la construcción de la presa de La Serena, el mayor embalse de España, se convirtió en una península en medio del agua y ahora esta carretera de una sola dirección y carril único perdida en ninguna parte sirve de conexión entre las localidades de Esparragosa de Lares y Cabeza del Buey gracias a dos puentes que dan acceso al cerro.

El enclave está considerado el sexto Monumento Natural de Extremadura por la abundante naturaleza que posee y por un paisaje único de color verdoso y anaranjado, propio de las dehesas extremeñas, con multitud de encinas y alcornoques. Forma parte también de la Red Natura 2000, siendo Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y un icono histórico al haber albergado, según algunos historiadores, una fortaleza árabe en la cercana Sierra de Lares.


Durante el ascenso, por un sendero estrecho, se camina entre mantos frondosos de florecillas silvestres y amapolas, orquídeas escondidas en recovecos a la sombra y flores de jara que ya empiezan a impregnar con su característico aroma los campos extremeños; acompañadas por el silencioso vuelo de mariposas, zumbidos de abejorros, silbidos de pájaros escondidos en copas de chaparros y matorrales y vigiladas por un águila lagunera que nos rondó todo el rato desde las alturas en un vuelo majestuoso e hipnótico.

Si te detienes a comer a la sombra de un eucalipto al ras del pantano, las aguas parecen un mar de plata con la reverberación solar, siguiendo el trazado del embalse hasta un pequeño montículo donde se ha instalado un observatorio astronómico que permite contemplar los cielos despejados de La Siberia y han colocado un banco estratégicamente situado que invita a pasarse horas mirando al infinito y a la que es, sin duda, la rotonda más singular de España y más grande de Europa, según dicen los expertos.

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Dedicado a los extremeños de la
Tertulia de los Cántaros 
(idea de Juan Carlos)
Gonzalo Díaz-Arbolí

Fuente: María Antonia López Nieto y 
Albert Sanchís, Periodistas.
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10.4.25

Poema de Miguel Angulo Díaz, Premio "Emilio Salgari" de poesía. Curso 2022-2023

Miguel Angulo Díaz, estudia 2º curso de bachillerato, 17 años. El autorretrato lo dibujó con 14 años.

Miguel Angulo Díaz, 14 años (autorretrato)



La música del músico

Cuarteto, libre, serventesios y asonante.
La poesía se vuelve la rima y la métrica,
donde solo reina el ritmo y la fonética,
la poesía se hizo pues un arte pedante
Calma, erudición, ritmo y expresión.
Los instrumentos de cuerda y sonido, bien conocidos,
siendo uno con el verso, terminaron el vestido.
El músico y su música subieron el listón.
Clásica, triste, rap y folclore,
rock, trap, salomas y pop,
ritmo, ritmo, ritmo, ritmo.
Violín, guitarra, bajo y tambores,
viola, triángulo, piano y gong,
ritmo, ritmo, ritmo, ritmo.

Izquierda, derecha, que poema más dispar,
No un mudo, no un ciego,
sonidos, ruidos, movimientos al azar,
no un belga ni granjero,
sinfonías con números en avalancha,
lo clásico es complejo,
nuestra querida granja de remolachas (1)
ein, zwei, drei, vier, bis neun.

(1) El poema está cargado de imágenes y elementos simbólicos. Llama la atención la composición lírica en estrofas en un crescendo, en la parte central del poema. Trata de describir una oda a la música clásica, con elementos no estáticos sino que evolucionan de izquierda a derecha representando a la apoteosis de una orquesta, con todos los instrumentos sonando a la vez, como un caos musical.

En este sentido Beethoven es el elemento central; en estas estrofas pasa de unas metáforas relacionadas con la personalidad del genio compositor, cuando escribe: “no un mudo, no un ciego, no un belga ni granjero” pues todos sabemos que Beethoven era sordo y su padre alemán y músico (tenor) y continúa “lo clásico es complejo” este verso es más confuso, más difícil de interpretar.

 Cuando digo granja de remolachas en el poema referencia a Beethoven (cuyo apellido significa eso).
Traducción al castellano de: "ein, zwei, drei, vier, bis neun" , primera, segunda, tercera, cuarta, hasta nueve sinfonías.
 
Cuando titulo la segunda parte del poema “Un solo de violín”, me refiero a la apoteosis final de una de sus sinfonías, la orquesta es interrumpida por los violines que traen el sosiego y la calma para terminar en un apacible menguante.

Un solo de violín

La música puede ser clásica, reiterativa, y sin embargo destacar,
puede ser independiente, alternativa, original,
la métrica desusada junto cuál verso,
súbito, repentino, inesperado,
se resume o se enreda,
brevemente,
libertad,
poesía,
nada más.


(1) Nota del propio autor
Nota del editor
La música obra en el sonido y el silencio, la poesía obra en la palabra. Sin embargo, las palabras también conllevan sonido y silencio. La música también conlleva significado por sí misma, igual que las palabras. Esta es la estrecha relación que las enlaza y funde.
En este poema, Miguel (mi nieto) relaciona la música con la poesía y yo (advertido  por el autor) lo relacionaría con el 3º movimiento de la novena sinfonía de Beethoven.

Qué grande eres Miguel, solo te falta que escribas la partitura.

Los poetas utilizan la metáfora como recurso literario, las metáforas en los poemas ayudan al lector a comprender y entender mejor el significado del autor.

Tercer movimiento de la 9ª Sinfonía de Beethoven,  Director: Herbert Von Karajan.

Gonzalo Díaz-Arbolí
Comentarios:
Qué bueno que relacione así la música y la poesía, porque tiene razón. La poesía es ritmo básicamente y el instrumento de esa música peculiar del poema es la propia palabra: su acento, sus golpes de voz, su sonoridad, su reverberación en el inconsciente... Me encanta que tu nieto escriba y que lo haga indagando en la propia musicalidad de la poesía. ¡Dale mi enhorabuena!

Si le gustan las matemáticas, entenderá también el lenguaje poético. Ambos son códigos para interpretar y entender la naturaleza, el mundo que nos rodea y cómo lo percibimos. 

Olga Rendón Infante
Dra. en Filología Hispánica


Los he leído varias veces y me parece que Miguel nació poeta, tienen soltura, cadencia y ritmo. Sabe decir y sugerir.
La segunda parte del poema es triangular, me ha gustado especialmente ─soy un enamorado de los poemas unidos y enlazados por una geometría─ y sería digno de un estudio poético profundo. (2).
Como a todo joven que quiera crear en algún género literario yo me permitiría aconsejarle que lea mucho, y mucha poesía también, que busque el camino mediante la lectura exhaustiva.
En el pasado siglo hubo bastantes poetas con trabajos poéticos de aspecto triangular. Hay uno de Vicente Huidobro que está lleno de sabor oriental y que siempre me ha gustado:

(2) 

Ignacio Blanquer, 
Dr. en Física

5.4.25

Pinturas esenciales. Se soslayan las más obvias, como los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina; la Gioconda, de Leonardo, o Las Meninas, de Velázquez.

 El vídeo final se ha realizado con cuadros esenciales en la historia de la pintura, colocados de forma aleatoria, con el único propósito de serenar el espíritu y deleitarse con su belleza, a la vez que, escuchamos el Nocturno más poderoso escrito para piano, Opus 27, núm. 2 por Frédéric Chopin.


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Se trata de un cuadro de Edward Hopper, artista estadounidense del período modernista, especializado en el retrato urbano; muestra la noche en un bar de New York y sus últimos clientes. La imagen hace patente la soledad de la gran ciudad y de la existencia moderna y se titula “Los noctámbulos”, del mismo autor verán “Grupo de gente al sol”.
Obsérvese la transparencia total y la nitidez que se ven las imágenes situadas tras ellos. Toda la escena está iluminada a través de los cristales y aunque la iluminación indirecta disminuye el efecto de la contraluz, la ausencia de reflejos y de manchas en los cristales, los hace parecer inexistentes.

Comienza el vídeo con la “Laguna Estigia”, del pintor Joachim Patinir, realizado hacia el año 1520. (Estigia era una oceánide, diosa de las tinieblas, (del inframundo de la mitología griega).

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El cuadro representa el tema clásico relatado por Virgilio en su Eneida; la figura más grande de la barca es Caronte, quien “pasa las almas de los muertos a través de las puertas del Hades”. En el lado izquierdo de la pintura está la fuente del Paraíso, el manantial del que surge el río Leteo a través del Cielo: el agua del Leteo tiene el poder de hacer que uno olvide el pasado y concede la eterna juventud.

Como sería muy prolijo describir todos los cuadros del vídeo, terminamos con una obra maestra de Roger van der Weiden: "El descendimiento".
La pintura representa un retablo escultórico de figuras policromadas con la iconografía del Descendimiento de Cristo de la cruz. La forma del soporte con el añadido superior, así como la situación de las figuras en una caja de fondo y paredes doradas y las tracerías pintadas en las esquinas, evidencian que se trata de uno de los retablos escultóricos habituales en el siglo XV.

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Antes de 1443. Óleo sobre tabla, 204,5 x 261,5 cm

Detalle del cuadro. Hacer clic sobre la imagen para ampliar

Siempre me ha sobrecogido la perfecta composición dispuesta por el artista, el movimiento que genera cada una de la figuras. En el centro, destacan las lineas sinuosas con las que se modelan los cuerpos de la Virgen María y Cristo en su caída, y cuyo paralelismo pone en relación el desmayo de la Madre con el cuerpo muerto de su Hijo y, las expresiones de sus rostros, no hay dramatismo sino belleza. El llanto se revela de manera sosegada en las lágrimas cristalinas que corren por sus mejillas y por último, el color para crear el realismo y cromatismo escénico.

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Gonzalo Díaz-Arbolí

PRÓLOGO DEL POEMARIO DE MANUEL MANZORRO "CAMPO ADENTRO"


La obra artística de Manuel Manzorro ha estado siempre vinculada a la pintura y al grabado. Su impresionante trayectoria se ha visto reconocida con innumerables premios y honores que así lo avalan. Sin embargo, para novedad de todos, tenemos ahora entre las manos una recopilación de su poesía –tan desconocida como sorprendente– que complementa a la perfección su universo pictórico, porque dibuja, esta vez con palabras, el mundo rural de Vejer que es, sin duda, la esencia de su obra.

Se trata de treinta y cinco poemas que discurren desde el monólogo intimísimo y personal, hasta el diálogo con la memoria viva de aquellos personajes que han marcado su vida, para culminar con una muestra de sonetos de gran maestría formal con los que se cierra el poemario. La palabra se acompaña a su vez de ilustraciones con las que el artista, usando diferentes técnicas, pone imágenes a los poemas, resultando finalmente una suerte de original catálogo diseñado con un generoso propósito: servir de homenaje total a la figura señera de Juan Relinque -protector y defensor de los campos de Vejer- con quien Manuel Manzorro se ha sentido siempre en deuda.


Esta propuesta -que conjuga su obra poética y pictórica- responde realmente a un mismo impulso creativo que se nutre de la observación y de las vivencias de la plenitud de su infancia en Patría y que obedece a un concepto amplio del arte que se sustenta lo mismo en las formas, las texturas y los colores como en las palabras. En cualquier ámbito, Manzorro es capaz de traspasar la experiencia vital del campo a un lenguaje artístico que, a través de una percepción extremadamente sensitiva, conecta con la emoción latente del recuerdo de la niñez, permitiéndole retratar, de manera prodigiosa, su particular cosmovisión del mundo rural, que ha alentado desde siempre su pulsión creativa.

Su búsqueda incansable de la plasticidad pictórica, la curiosidad por probar nuevas técnicas, en definitiva, el reto artístico de explorar nuevos caminos expresivos encuentra un cauce abierto en la escritura poética. Quien se adentre en estos poemas de Manzorro comprobará su interés consciente y concienzudo por rescatar el lenguaje rural y registrar palabras que emergen del terruño para convertirlas en piedras preciosas, sonoras, preñadas de una fuerza visual impactante que encajan con la expresión lírica de su nostalgia, sirviéndose de ellas para moverse sutilmente por un estado de ánimo que vaga entre la leve exaltación del campo propia de la oda y la dolorida elegía que llora el paraíso perdido. Los términos referidos a la labranza, a los aperos del campo, a las labores rutinarias en la era, a los animales, plantas y enseres que fueron el escenario humilde habitado por este niño de la posguerra, prenden en Manzorro la maravilla por lo cotidiano. En aquellos años de la infancia aprendió sin esfuerzo esas palabras -muchas de ellas ya moribundas- que rescata, alumbra y remoza inmersas ahora en una poderosa corriente de emoción poética. No se conforma con nombrarlas, sino que las recrea para enhebrar con ellas cada estado del alma que encuentra su reflejo en la naturaleza, cada mirada que testimonia el vínculo misterioso entre la tierra y el hombre.


La plasticidad de su pintura también se traduce en sonoridad y métrica -en este sentido, Manzorro trabaja lo mismo el verso libre que los sonetos- pero sobre todo en el empleo audaz de ciertos recursos estilísticos. Observamos en este sentido la abundancia de sinestesias, con las que se combinan sensaciones que se perciben por sentidos diferentes, de manera que su poesía es tremendamente sensitiva, colorida, sonora, visual, plástica: escuchamos trinos de pájaros, la lluvia en el tejado, la risa infantil que busca el abrazo. Olemos el pan del horno, el rescoldo de la hoguera, la fragancia de las hierbas silvestres; presentimos la humedad del campo al amanecer, la intemperie de la noche, el frescor de la parra, la sequedad de la tierra baldía. Apreciamos la paleta del pintor cuando nos muestra la sombra azul de los álamos blancos, el color cenizo del plumaje del ave, el nácar brillante de la luna, el pelaje ocre del animal o el intenso encendido de las flores. Y con toda esta plasticidad exuberante expresa su amor y su tristeza honda, una nostalgia vieja por la vida sencilla y durísima del campo, por la sabiduría telúrica que se hereda como un legado humilde y a la vez poderoso, porque esa ciencia crece silenciosa, frágil pero imparable, como la hierba del campo, como todo lo que germina y nos alimenta y sostiene de generación en generación. En sus versos se evoca -con tremenda ternura y nostalgia, pero sin sentimentalismos- aquella infancia llena de penurias y miserias que se encarna en la palabra gracias a la memoria febril de los sentidos. A veces la infancia es más larga que la vida, escribió Ana María Matute, y ese parece ser el caso de Manuel Manzorro.


Aún hoy, en sus paseos por las hazas de Nájara, herederas de la heroicidad de Juan Relinque -a quien todos los vejeriegos debemos tanto-, la infancia le hace un guiño al poeta-pintor, le envía una postal desde la niñez y de nuevo su memoria le permite verlo todo con la mirada genuina del niño que fue, que aún se maravilla ante la asombrosa policromía de la naturaleza, ante el misterio de la tierra y sus ciclos, ante la pasmosa belleza del campo. La visión de las hazas le activa una imagen guardada en la retina y entonces recupera el color, la textura, también la palabra, y brota –de manantial sereno, como diría Machado- un diálogo íntimo consigo mismo, con la presencia cálida de su madre o con todos aquellos con los que conversa a través de una voz interior que oímos rota por el recuerdo, por la orfandad, por el desconcierto impotente ante el paso del tiempo. Sentimos entonces su “punzada vegetal”, hacemos nuestro su lamento dolorido y rebelde por todo aquello que existió y que apenas se mantiene ya convertido en ruinas: las pobres chozas que fueron hogar, los generosos pozos con brocales roídos por el descuido, los desaparecidos hornos que impregnaron de amoroso olor a pan la hambruna de aquellos años, las lindes que sutilmente dibujaban y transformaban el paisaje, los acebuches centenarios de los que solo quedan sus tocones amputados. Así, se plasma en su obra la observación de los cambios de la naturaleza, del curso sabio de las estaciones en un espacio compartido con animales -salvajes unos, mansos otros- y muy particularmente con los adultos que habitaron aquel tiempo legendario, que a los ojos de un niño se agigantaban con el asombro de lo mítico. La infancia se convirtió, en el caso de Manzorro, en un estado del alma que perdura todavía. Y es curioso cómo, después de haber vivido tantos años en tierras lejanas, inmerso en otras culturas, en otros idiomas, el reclamo sigue siendo el mundo rural de su niñez y en él se ejemplifica, como señaló el poeta Rilke, que la infancia es la verdadera patria.


Le escribió su amigo José Antonio Muñoz Rojas -en la maravillosa carta que sirve de pórtico al poemario- que él mismo es como “un tallo más”, que en su palabra están el vigor y la ternura de la tierra. Poco más se puede añadir. Quizás el propio Manuel Manzorro no sea consciente de que su poesía es también semilla. Sus palabras germinan y su fruto es el amor por el campo y la nostalgia entrañable, desgarradora, por revivir “el imposible”, el paraíso perdido de su niñez. La masa madre de todo cuanto crea, de todo cuanto expresa con creativa voluntad es el recuerdo agradecido de aquellos primeros años de su vida, preñados de asombro y de belleza. Se cumplen en su caso las palabras de Rousseau que aseguraban que lo que uno ama en la infancia permanece en el corazón para siempre.


Olga Rendón Infante

Dra. en Filología Hispánica


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4.4.25

El poder responsable

 


Desde el inicio de la experiencia histórica, el poder ha sido una fuerza determinante en la construcción y caída de civilizaciones, el ascenso de imperios y el destino de naciones y personas. Como una espada de doble filo, puede transformar sociedades para bien o perpetuar la opresión.


Para algunos, es una herramienta de progreso; para otros, un fin que justifica cualquier sacrificio. En su forma más destructiva, el deseo de dominio no solo consume a quienes lo buscan, sino que deja huella en todos aquellos que se encuentran en su camino.

Esta fuerza se manifiesta en todos los aspectos de la vida: en la política, que define derechos y libertades; en la economía, que condiciona oportunidades; en las relaciones humanas, que moldean emociones; y en la cultura, que inspira o limita la creatividad. El pasado está lleno de líderes que usaron su poder para edificar y transformar, pero también de quienes lo emplearon para someter y destruir. Desde Julio César hasta figuras contemporáneas, la ambición desmedida ha llevado a conflictos, pero también ha inspirado movimientos de resistencia. No importa cuánto se alcance, siempre hay una cima más alta por conquistar, un rival más fuerte por vencer.

El dominio no solo afecta a quienes lo ejercen, sino también a quienes lo sufren. El pasado demuestra que cuanto más fuertemente se aferra alguien a la autoridad, más rápido se tambalea. Sin embargo, el abuso del impacto no es invencible. Movimientos sociales, revoluciones y reformas han logrado equilibrar el dominio absoluto. Ejemplos como la caída del Muro de Berlín, las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos y las regulaciones antimonopolio contra Rockefeller ilustran cómo la resistencia activa y la movilización social pueden desafiar el abuso de autoridad.

El verdadero reto no es solo identificar a quienes buscan el dominio absoluto, sino diseñar sistemas que promuevan un liderazgo ético y comprometido con el bienestar común. Las democracias sólidas, la educación cívica y la transparencia en la gestión pública, son esenciales para evitar la concentración desmedida de autoridad. Líderes como Nelson Mandela demostraron que la autoridad bien ejercida puede sanar heridas, unir pueblos y abrir caminos hacia la justicia. Sin embargo, la responsabilidad no recae únicamente en los líderes: una sociedad informada y participativa es clave para mantenerlos bajo escrutinio y exigir rendición de cuentas.

El dominio absoluto, lejos de garantizar estabilidad, genera destrucción, tanto para quienes lo ejercen como para quienes lo padecen. Cuando el poder se comparte y se gestiona con responsabilidad, se convierte en un motor de progreso y dignidad. La clave radica en crear estructuras que permitan un ejercicio ético de la autoridad, donde la justicia, la equidad y la transparencia sean pilares fundamentales.

El pasado nos ha mostrado que ninguna opresión es eterna y que la autoridad mal utilizado siempre encuentra resistencia. La pregunta crucial no es solo quién ostenta el dominio, sino cómo la sociedad elige responder. ¿Nos conformamos con la sumisión o exigimos rendición de cuentas? La transformación comienza cuando entendemos que la verdadera autoridad no reside en unos pocos, sino en la voluntad colectiva de construir un mundo más justo. Solo así podremos convertir el poder en una fuerza de cambio real y duradero.

“Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia” (Capítulo XLII. Segunda parte). En esta frase con la que Don Quijote se dirige a Sancho, se puede complementar muy bien el mensaje sobre la responsabilidad y la importancia de un liderazgo ético.

ANTONIO LEAL JIMÉNEZ
25/MAR/25